Evidenciando los abusos contra los derechos humanos en Siria

Documento de preguntas y respuestas con Anna Neistat, directora de Investigación de Amnistía Internacional, sobre la labor de derechos humanos que ha desempeñado de manera confidencial en Siria durante los últimos cuatro años y sus opiniones sobre el futuro del conflicto. Para Syria Deeply.

Criada en el Moscú de la década de 1980 por unos padres que califica de “disidentes silenciosos”, Anna Neistat fue consciente, desde temprana edad, de los peligros que entrañan los Estados autoritarios. Su educación y sus posteriores estudios y experiencia laboral en el campo del derecho, la convencieron de que el cambio es posible en todas las circunstancias, y de que ella misma podía contribuir a él.

Integrada en el equipo de Emergencias de Human Rights Watch, Neistat pasó tres años trabajando sobre el terreno en Siria, a donde se desplazó primero en viajes oficiales y, más tarde, cruzando la frontera en peligrosos viajes secretos, no oficiales.

Los viajes transfronterizos de este equipo, su trabajo de campo y sus intentos de sacar a la luz hechos concretos en medio del caos reinante quedaron plasmados en el galardonado documental E-TEAM (Equipo de emergencias), que un grupo de cineastas estrenó el año pasado.

La cinta recibió encendidos elogios en el Festival de Cine de Sundance de 2014, y fue rápidamente adquirida por Netflix, coloso mediático de Internet. Sin embargo, sus títulos de crédito resultan estremecedores, pues recuerdan los peligros inherentes a este trabajo: James Foley, que trabajó como cámara en la película, desapareció poco después de terminar el rodaje. Foley, que trabajaba como periodista autónomo, sobre todo para Agence France-Presse y Global Post, fue secuestrado en noviembre de 2012 por un grupo cuya identidad no estaba, en principio clara, hasta que un fatídico vídeo salió a la luz el 19 de agosto de 2014. Fue el primer ciudadano estadounidense decapitado por el autoproclamado Estado Islámico (ISIS).

Tras haberse incorporado recientemente a Amnistía Internacional como nueva directora general de investigación,  Anna Neistat se sienta ahora con Syria Deeply para hablar sobre la labor de derechos humanos que ha desempeñado secretamente en Siria a lo largo de los últimos cuatro años, las distintas fases del conflicto, la estrechez de miras de Occidente, al centrarse exclusivamente en el ISIS, y el futuro de la crisis, tal como ella lo ve.

Syria Deeply: ¿A qué idea obedecía el equipo de Emergencias de Human Rights Watch?

Anna Neistat: Bueno, como probablemente sepa, actualmente trabajo para Amnistía Internacional, donde acabamos de crear un equipo muy parecido, llamado equipo de Respuesta a las Crisis. La idea subyacente a ambos es un planteamiento del trabajo de derechos humanos ligeramente diferente, que evita invertir meses y meses en una investigación, que posteriormente hay que procesar y publicar para que, por fin, den comienzo las labores de incidencia. Este nuevo planteamiento es útil cuando se pretende llevar a cabo en tiempo real el trabajo de derechos humanos, y es idóneo, sobre todo, para situaciones de conflicto armado, aunque no necesariamente.

En la actualidad, ambos equipos (el de Human Rights Watch y el de Amnistía) están bastante centrados en la crisis de refugiados, que es un poco diferente, pero que también requiere una respuesta muy rápida. Nuestro planteamiento comprende todos los elementos del trabajo tradicional de derechos humanos. Seguimos investigando y entrevistando testigos, utilizamos tecnología satélite y empleamos diversos medios para la recogida de pruebas, pero todo a gran velocidad. Y lo que es más importante, esa información se divulga casi en tiempo real a través de las redes sociales, recurriendo a la producción de vídeo inmediata –mucho material multimedia–, y realizando allí mismo el trabajo de incidencia. Es decir, tomamos el teléfono y llamamos directamente a la embajada o a la agencia correspondiente de la ONU para intentar materializar un cambio, que puede consistir en llevar a los perpetradores ante la justicia, en poner su identidad en conocimiento de los tribunales pertinentes o en impedir que se coloque a las víctimas en situaciones de peligro. Como es obvio, esto puede diferir mucho de un caso a otro, pero se trata de alejar a las personas de situaciones que ponen en peligros sus vidas y su libertad. Por tanto, este planteamiento complementa, en cierto modo, el trabajo tradicional de derechos humanos que ambas organizaciones llevan a cabo, pero sí creo que la dinámica de derechos humanos ha cambiado un poco, y es muy emocionante ser parte de este cambio.

Syria Deeply: ¿Considera que este tipo de labor de derechos humanos, rápida y sobre el terreno, es más eficaz a la hora de provocar cambios reales en el lugar en cuestión?

Dr. Neistat: En algunas situaciones sí, pero depende de aquello en lo que se esté trabajando. Por ejemplo, un caso de responsabilidad empresarial contra Shell, por la contaminación que ha causado en Nigeria, no es algo que se pueda desarrollar en cuestión de horas o días. Normalmente, implica investigaciones prolongadas y muy detalladas, con numerosos trabajos paliativos y análisis, todo lo cual lleva meses. Si se lucha contra la detención de menores sin posibilidad de libertad condicional en Estados Unidos, podemos estar hablando de muchos años hasta lograr lo que buscamos. Por tanto, creo que hay espacio para ambos tipos de trabajo y que, realmente, depende de la situación. Pero si sabes que están a punto de devolver a personas refugiadas a los países de los que han huido, y tú estás trabajando en la frontera, para intentar impedirlo, en ese caso el tiempo es un lujo; tienes que documentar lo que está pasando, analizarlo desde el punto de vista jurídico, formular una réplica jurídica válida y defenderla, todo al mismo tiempo. Por tanto, hay situaciones en las que este tipo de trabajo es, en resumidas cuentas, lo único que te puede ayudar a proteger a las personas que necesitan protección.

Syria Deeply: Sin duda. Ahora me gustaría abordar el trabajo que realizó en Siria. ¿Nos puede hablar brevemente de su trabajo como directora adjunta de Programas y Emergencias en Human Rights Watch?

Dr. Neistat: empecé a trabajar en Siria en un momento en el que había poco trabajadores y trabajadoras de derechos humanos en el país. Fue justo al principio del levantamiento, en la primavera de 2011. Y recuerdo que incluso nosotros, los de nuestra organización, dudábamos que mereciera la pena invertir allí tiempo y esfuerzos, habida cuenta de todo lo que pasaba en el mundo. Porque creo que nadie podía predecir entonces que la situación iba a degenerar  en lo que es ahora.

Llegué en abril de 2011, tras los primeros levantamientos y protestas, que empezaron en Daraa, pero que ya se habían propagado a Homs, Damasco y otras zonas. Fue un viaje extraño. Conseguí llegar a Damasco. Conseguí llegar a Homs. Todavía había turistas en nuestros hoteles. Junto con mi colega, nuestro trabajo se centró en el uso excesivo de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad de Bachar al Asad en las protestas, pero también en las reclusiones y torturas. Conseguimos documentar y divulgar unos cuantos casos de personas detenidas y torturadas durante las protestas en Duma, junto a Damasco.

También logramos sacar a la luz, en mayor medida, lo que estaba pasando en Daraa, pero no pudimos llegar allí. Conseguimos llevar a Damasco testigos de Daraa, y recoger sus testimonios sobre lo que estaba ocurriendo durante las protestas. Así fue mi primer viaje y la naturaleza de mi trabajo. Durante los tres años siguientes, mi labor profesional siguió centrada en Siria.

Hicimos varios viajes a la frontera…bueno, hubo muchos viajes a la frontera, pero llegó un momento en el que ya no pudimos entrar durante un tiempo. Sencillamente, no podíamos resolver todo lo relacionado con la logística y la seguridad. Durante ese tiempo, los refugiados empezaron a desbordar las fronteras, así que pasamos a Turquía y Jordania. Allí nos centramos en los desertores militares, intentando identificarlos. Eso era ya cuando el conflicto se estaba intensificando, y empezaban a tenerse noticias sobre el Ejército Sirio Libre. Así que decidimos seguirles el rastro, para llegar hasta los perpetradores. Fue una tarea fascinante, de la que aún estoy muy orgullosa, y espero que, antes o después, llegue al tribunal pertinente.

Para este proyecto, entrevistamos a desertores militares en Turquía, la mayoría de los cuales habían salido del país por Jordania. En Jordania, había un campo sólo para desertores militares, en el que entrevistamos a muchos de ellos –corroborando sus testimonios–, hasta identificar, al final, mandos militares concretos responsables de las violaciones que habíamos documentado previamente. Por ejemplo, identificamos, con nombre y apellido, decenas y decenas de mandos que habían dado órdenes de abrir fuego contra manifestantes o gestionaban centros de detención donde se torturaba y se cometían abusos contra lo derechos humanos. Al final, acabaron en la lista de sanciones elaborada por la UE y, de verdad, tengo muchas esperanzas. Este tipo de trabajo no resulta, normalmente, estéril, aunque tarda en surtir efecto. Sin embargo, a juzgar por lo ocurrido en Yugoslavia, parece que, antes o después, la justicia encuentra a los perpetradores. Por tanto, guardamos este expediente en un lugar seguro, cerca de nuestros corazones.

Syria Deeply: Entonces ¿confía en que algunas de estas personas, que consiguieron identificar, sean enjuiciadas en algún momento, en el futuro?

Dr. Neistat: Bueno, algunas de ellas han muerto ya. En cierto momento, empezaron a morir asesinados a un ritmo alarmante, tanto que empezamos a temer que no quedara nadie a quien enjuiciar. Pero algunos siguen vivos. Desde el principio, dejamos claro que la responsabilidad llega hasta las últimas instancias del gobierno, incluidos el presidente, su hermano y otras personas de su familia, encargadas de distintas divisiones de la policía secreta siria (mukhabarat) y del ejército. Por tanto, tal vez hablar de confianza sea ir demasiado lejos, pero sí que tengo una esperanza lo bastante sólida como para no abandonar este trabajo, dejémoslo ahí.

Mire el caso de Ruanda: hace ya decenas de años, y cada cierto tiempo, se enciende una luz al final del túnel y enjuician a un par de generales. Por tanto, si fuera un líder sirio no volvería a dormir tranquila, porque creo que, antes o después, la justicia los va a encontrar, por más que confíen en sus aliados rusos o iraníes, o en quien sea.

También hemos seguido reuniendo documentación en Líbano, donde hicimos una investigación bastante amplia sobre la situación de Homs. Pero eso, además de seguir buscando, constantemente, una forma de volver a entrar en Siria. Estaba claro que no podríamos entrar oficialmente, por lo que la situación se complicaba mucho más, al tener que hacerlo en secreto.

La primera vez que cruzamos la frontera de manera no oficial fue cuando empezaron a entrar la mayoría de los periodistas… creo que era mayo de 2012. Entramos desde Turquía. En el documental E-TEAM, se ve la primera vez que entramos clandestinamente en el país, cuando saltamos los alambres de espinos al amanecer. No estaba claro, hasta el último minuto, si nuestros compañeros de Nueva York nos iban a autorizar a hacerlo, por motivos de seguridad, ni si podríamos ponerlo en práctica… fue bastante duro.

Y no es tan habitual que una organización de derechos humanos haga algo así. No es que seamos especialmente timoratos, pero ya sabe, intentamos no romper nunca la ley ni hacer nada especialmente peligroso si no tenemos en mente un buen plan. En aquel momento, había muy pocas personas que actuaran así.

Recuerdo muy bien el viaje. A pesar de todo el peligro y las tragedias que nos rodeaban, hubo algunos momentos casi divertidos, porque quienes nos ayudaron a cruzar la frontera no eran nada profesionales. El coche se rompió, los teléfonos dejaron de funcionar al cruzar la frontera…falló todo lo que podía fallar. Pero, sin duda, mereció la pena, porque fue justo cuando Kofi Annan estaba tratando de negociar un acuerdo, y era muy importante para nosotros poner de manifiesto lo que el gobierno sirio estaba intentado hacer durante las dos semanas previas a las negociaciones. En concreto, había aprovechado la relativa calma reinante para lanzar una gran ofensiva en la región de Idlib. Por tanto, trabajamos en cinco ciudades diferentes, documentando ataques y homicidios, ejecuciones extrajudiciales y torturas, desapariciones…se trataba de mostrar lo cínico y brutal que estaba siendo el comportamiento del régimen.

Es un momento que siempre recuerdo a mis compañeros. Ahora sólo hablamos de los peligros del ISIS y de otros grupos radicales, pero la gente tiende a olvidar que éstos no han existido siempre. En gran medida son producto de la comunidad internacional y de la incapacidad de la oposición moderada y del Ejército Sirio Libre para encontrar apoyos en Occidente…y en cualquier sitio. Con cada viaje, analizábamos si los grupos islamistas radicales entrañaban un peligro real y, en general, no era así. Por entonces, se hablaba de unos pocos de esos grupos localizados en las montañas, pero no constituían un peligro real. Eso era en 2012. Volvimos en agosto de 2012 –gran parte de lo que se ve en la película ocurrió durante este viaje– y, de nuevo, como puede ver, conseguimos trabajar con bastante facilidad. El Ejército Sirio Libre seguía controlando las áreas fronterizas. En algunas zonas, nos encontramos un par de veces con sheijs radicales (líderes comunitarios islámicos), pero nada grave. Estos grupos radicales no constituían, en absoluto, una fuerza de peso. Sin embargo cuando volvimos  en 2013, el panorama que vimos era muy diferente.

Syria Deeply: Sí, éste era un punto que quería tocar. ¿En qué momento se dieron cuenta de que el conflicto se estaba transformando en lo que es hoy día?

Dr. Neistat: Se lo puedo decir con total precisión. Fue en nuestro viaje de abril de 2013. Para entonces la situación de Alepo era ya muy diferente. La parte de la ciudad no controlada por el gobierno estaba dividida, fundamentalmente, entre las fuerzas de oposición aliadas al Ejército Sirio Libre y los albores de lo que hoy es el ISIS, que por entonces estaba formado, sobre todo, por miembros del Frente Al Nusra. Había sistemas de justicias paralelos. Cada uno tenía sus propios tribunales. Cada uno tenía sus propios puestos de control. Los desplazamientos eran muy difíciles, y el ambiente había cambiado mucho. De repente, todas las mujeres iban con velo en Alepo, una ciudad donde eso nunca había estado muy extendido. Empezaron a aparecer hombres con barbas más largas y ropa tradicional. De alguna manera, se percibía en el ambiente un cambio que… se iba abriendo paso sigilosamente. Se percibía el miedo.

Fue entonces cuando empezamos a tener complicaciones graves en el trabajo. Aunque teníamos papeles del Ejército Sirio Libre y de varios grupos más, nos sentíamos mucho más amenazados que antes. Muy poco después, empezó a ser casi imposible entrar, porque varios periodistas y trabajadores humanitarios fueron secuestrados. Muchos de los cruces [fronterizos] que los periodistas y observadores podían utilizar antes empezaron a ser controlados por el ISIS, lo cual complicó mucho nuestro trabajo.

Por supuesto, seguimos supervisando la situación, y aún lo hacemos, pero ya no tenemos la misma presencia ni el mismo acceso. Hace un mes, un equipo de Amnistía Internacional estuvo en el norte de Siria, trabajando en las zonas kurdas, y ahora ha publicado un informe muy bueno sobre los abusos cometidos por las fuerzas kurdas.

Asimismo, Amnistía Internacional va a publicar otro informe sobre desapariciones, cuestión a la que, por supuesto, venimos dando la máxima importancia desde el principio del conflicto. Estamos hablando de miles de personas que fueron detenidas y cuyo paradero actual no conoce nadie. Algunas eran personalidades destacadas, mientras que otras eran hombres y mujeres de a pie. Me alegra que por fin dediquemos un informe a esta cuestión, y que la incluyamos en nuestro programa de trabajo como cuestión aparte.

Todavía hay mucho por hacer, pero cada vez es más difícil, debido a la falta de acceso. Por otro lado, lo que está echando leña al fuego es la participación rusa que, como es obvio, nos preocupa enormemente. Human Rights Watch, con mi esposo, Ola, incluido, ha seguido muy de cerca el uso de municiones de racimo, ya que los aviones rusos están lanzando bombas de racimo, pero al parecer los rusos han empezado a utilizar más municiones de racimo en toda la artillería, lo cual supone una enorme amenaza para la población civil.

Syria Deeply: ¿Cómo cree que evolucionará el conflicto? ¿Y cuáles son sus peores temores?

Dr. Neistat: La verdad es que no vislumbro el final. La cuestión es, sin duda, si acabará convirtiéndose en una verdadera guerra por poderes entre Rusia y la coalición liderada por Estados Unidos. Creo que aún queda mucho para eso, pero no se puede descartar. En mi opinión, a lo que estamos asistiendo es al fortalecimiento del gobierno gracias a los bombardeos rusos, que están ahí justo para eso, aunque parece que el gobierno no consigue arrebatar terreno al ISIS. Lo que me preocupa es que la participación de Rusia debilite aún más la oposición moderada que, desde luego, es la única fuerza razonable con la que se puede tratar en Siria hoy día. Me preocupa muy profundamente que Rusia no utilice su influencia política, que podría utilizar, para negociar una solución política al conflicto. Por supuesto, no creo que nadie aceptara una solución política sin que los líderes actuales rindieran cuentas, pero creo que habría sido mucho más efectivo, por parte de Rusia, y para la región a largo plazo, si hubiera dejado de apoyar a un régimen que ha demostrado ser completamente criminal, que ha perdido el apoyo de todos, salvo el de unas pocas fuerzas marginales de la región, como Irán y Hezbolá, y empezara a buscar una solución que incluyera a las demás fuerzas, salvara al Estado sirio y permitiera hacerlo pasar a la próxima fase. Parece que Rusia no tiene esto en su agenda, y no sé si alguna vez lo tendrá.

Por supuesto, hay otra cuestión política, de mucho mayor calado, que es lo que implicará para la propia Rusia su participación en Siria. La posibilidad de que ese país se convierta en un nuevo Afganistán ruso, lo cual, a largo plazo, tendría consecuencias devastadoras para Rusia y podría transformar el panorama en general. ¿De qué estamos hablando? ¿De 10 años de derramamiento ininterrumpido de sangre, si aplicamos la comparación de Afganistán? Tampoco ése es un escenario optimista.

No estoy del todo segura de la razón por la que los bombardeos de la coalición contra el ISIS han tenido tan poco éxito hasta la fecha. En parte, se debe a la naturaleza misma de ese tipo de operación, pero en parte puede deberse al hecho de que la coalición tiene que intensificar su actuación y combinarla con apoyo –real y no ilusorio– a la oposición. Creo que las últimas revelaciones sobre las inversiones de Estados Unidos en la oposición han puesto en evidencia ciertas prácticas nefastas,  y vuelvo a lo mismo, no está claro por qué: yo sé que era algo que podía darse perfectamente desde hacía tiempo. No es ninguna novedad hablando de Estados Unidos. No es la primera vez que arman a las fuerzas de oposición de otro país. Y los rusos saben también cómo hacerlo –y creo que es por ahí por donde debería haber continuado la cooperación–; pero me estoy saliendo de mi mandato de derechos humanos.

Este artículo se publicó con ayuda de Influence Team, fundación que ayuda al rodaje de documentales mediante inversiones, subvenciones para las últimas fases de producción y captación de público. Dicha organización dedicó todo el mes de octubre a divulgar el trabajo del Equipo de Emergencias. En su página web podrán leer entrevistas con ex investigadores del equipo de Emergencias y directores de la película, y consultar otro material de debate.

Este artículo fue publicado por primera vez en Syria Deeply.