Francia: “Dijeron que, si nos quedábamos, nos matarían”

Ataques, discriminación, desalojos violentos, falta de hogar y pobreza extrema. La vida para las 20.000 personas romaníes que viven en Francia –en su mayoría inmigrantes– dista mucho de la imagen idílica que el país intenta presentar.

La mayoría de los inmigrantes romaníes en Francia viven en asentamientos informales y apenas tienen acceso a agua o saneamiento. Además, sufren una arraigada discriminación y a menudo se convierten en blanco de ataques brutales de multitudes e incluso de policías.

Algunos políticos franceses han dicho que los romaníes tienen un “estilo de vida peculiar” y “no quieren integrarse”. En septiembre de 2013, en una entrevista con Radio France International, Manuel Valls, ministro del Interior, dijo: “Esa gente [las personas migrantes romaníes] tienen estilos de vida sumamente diferentes de los nuestros. Por ese motivo, deberían regresar a Rumania o Bulgaria”.

El 27 de septiembre de 2012, una multitud encolerizada que, al parecer, iba armada atacó violentamente a un grupo de 50 romaníes que viven en Les Créneaux, un barrio al norte de Marsella. Amenazaron con prender fuego a sus pertenencias. Querían que se marcharan.

“Dijeron que, si nos quedábamos, nos matarían. Las mujeres y los niños estaban aterrados y se echaron a llorar. Llamé a la policía, que al cabo de unos minutos vino y nos dijo que teníamos que marcharnos inmediatamente. Recogimos sólo algunas de nuestras cosas y nos fuimos a toda prisa. Inmediatamente, prendieron fuego al resto de nuestras cosas”, dijo uno de los residentes romaníes a Amnistía Internacional.

La policía ha dicho que la investigación sobre aquel incidente está en curso, pero que no ha podido identificar a los responsables del ataque porque, cuando los agentes llegaron, ya se habían marchado.

En otro incidente ocurrido en marzo de 2013 en la zona de St. Louis, en Marsella, una mujer romaní tuvo que ser trasladada al hospital después de que una multitud llegara al asentamiento informal en el que vivían 10 romaníes y los atacara con gas lacrimógeno.

Los romaníes decidieron no denunciar el incidente a la policía, pues tenían miedo de lo que podrían hacerles los atacantes, que vivían en la misma zona.

Los romaníes rara vez denuncian las agresiones a la policía, ya que no confían en ella. Al fin y al cabo, en la violencia de que han sido víctimas han estado implicados agentes de policía.

“El pueblo romaní tiene mucho miedo de la policía. Suelo llevar a los niños al hospital para tratamiento médico, y cada vez que ven a un policía se asustan”, dijo S, un romaní que vivía en un asentamiento informal y que ahora trabaja de asistente social.

Los romaníes sin hogar que viven en París tienen más probabilidades de sufrir acoso que de recibir ayuda de la policía, que los quiere fuera del centro de la ciudad.

Gheorghe, romaní que duerme en la Place de la République con su esposa y sus tres hijos, dijo: “Un policía viene a la plaza todas las semanas y tira nuestras cosas… nuestras mantas, colchones y ropa”.