República Checa: “A lo mejor esto es lo que pasaba en la época de Hitler”

Cuando los niños y niñas romaníes de la ciudad de České Budějovice, en el sur de la República Checa, se despiertan asustados en mitad de la noche, no es por miedo a monstruos imaginarios.

Multitudes enfurecidas han estado atacando, cada vez con más frecuencia, sus casas y acosando a comunidades romaníes de todo el país.

La primera manifestación en České Budějovice tuvo lugar el 29 de junio del año pasado. Más de un millar de miembros de grupos de extrema derecha se congregaron en el centro de la localidad y marcharon hasta el barrio de Máj, coreando insultos contra los romaníes que viven allí.

Gritaban “cerdos negros” y “¡a por ellos!”, mientras arrojaban granadas aturdidoras y botellas de cristal contra sus casas, e incluso contra los policías que intentaban impedírselo.

“Fue horrible. Teníamos mucho miedo […] Mirábamos por las ventanas y nos estaban gritando, llamándonos ‘cerdos negros’ y amenazando con matarnos”, dijo Michal, residente romaní de 27 años.

“Pensé: a lo mejor esto es lo que pasaba en la época de Hitler.”

La mayoría de los residentes romaníes observaban impotentes desde sus ventanas las violentas manifestaciones, aterrorizados y confiando en que esa multitud se marchara.

Pero no lo hizo.

De hecho, durante varias semanas, volvió casi cada sábado.

Una de las marchas más grandes tuvo lugar el 6 de julio. La multitud llegó cuando padres y madres jugaban con sus hijos e hijas en el parque local.

“Mi hermana estaba en el balcón que da al parque cuando empezó a gritar: ‘¡Corred, volved a casa, ya están aquí otra vez!’. Agarramos a los niños y echamos a correr. No entendían nada, lloraban y preguntaban qué pasaba”, dijo Martina, una residente.

Una vez más, los manifestantes corearon insultos, arrojaron piedras contra las casas y amenazaron a los residentes.

Las protestas cesaron finalmente en octubre, pero los residentes aún tienen miedo, pues se rumorea que podría haber nuevas manifestaciones ahora que ha terminado el invierno.

Angela, que se trasladó a Máj desde Eslovaquia hace 25 años, dice que la vida se ha vuelto casi insoportable en la zona, y que las madres y los niños tienen miedo de salir a causa de las marchas. Según afirma, la discriminación, incluso por parte de funcionarios públicos, ha aumentado desde que comenzaron las manifestaciones.

“Tras la manifestación, sentía ansiedad y miedo. Los niños estaban preocupados. Me pedían que no fuera a trabajar, pero es importante, tengo que tener dinero para mi familia”, dice.

Tras la primera marcha, en junio, la policía tomó algunas medidas para proteger a las comunidades romaníes atacadas. Sin embargo, el gobierno central ha actuado con lentitud a la hora de condenar de manera inequívoca las marchas racistas que tienen lugar en České Budějovice y en otros lugares de la República Checa.