Paquistaníes denuncian su sometimiento bajo los talibanes

Los habitantes de Buner, localidad situada a poco menos de 100 kilómetros de la capital de Pakistán, Islamabad, han denunciado el modo en que despóticos y represivos grupos talibanes se apoderaron de la zona el martes 21 de abril, imponiendo su estricta interpretación de la ley islámica a una población local indefensa.

Testigos presenciales han relatado a Amnistía Internacional que los talibanes han prohibido la música, han ordenado que todas las niñas de más de siete años vistan el burqa y que todos los hombres se dejen crecer la barba.

“El gobierno paquistaní toca el arpa mientras la Provincia de la Frontera del Noroeste arde”, ha manifestado en Islamabad Sam Zarifi, director del Programa de Amnistía Internacional para Asia y Oceanía.

“El gobierno no ha dado indicación alguna sobre el modo en que se propone proteger los derechos de los centenares de miles de paquistaníes que se encuentran sometidos ya a un represivo dominio talibán que está prácticamente a las puertas de la capital.”

Los habitantes de Buner, donde viven cerca de 650.000 ciudadanos paquistaníes, afirman que por el distrito campan a sus anchas entre 400 y 500 talibanes fuertemente armados. Esta situación de dominio del territorio es el siguiente paso que los talibanes han dado tras asumir el poder en el vecino valle de Swat.

Hace unos días, los talibanes establecieron un puesto de control en la principal carretera de acceso a Buner, en Babaji Khandao, lugar en el que registran cada vehículo que pasa, buscando especialmente a personal de organizaciones no gubernamentales.

Los talibanes se han apoderado de al menos 23 vehículos de ONG y funcionarios del gobierno, además de dependencias locales de atención a la salud y de agentes de seguridad.

También han saqueado las oficinas de varias ONG, incluidos grupos paquistaníes como Paiman, que promueve la higiene y la educación en materia de salud en las escuelas de enseñanza primaria, y Rahbar, que trabaja en el alivio de la pobreza, así como proyectos asociados a grupos internacionales como Ayuda en Acción y el Cuerpo Médico Internacional.

“En muchas partes de la Provincia de la Frontera del Noroeste se han paralizado o limitado gravemente importantes proyectos de desarrollo,” ha afirmado Zarifi. “La población, que sufría ya falta de atención de la salud y analfabetismo, recibe aún menos asistencia esencial.”

Varios testigos han contado a Amnistía Internacional que la policía local de Buner, considerada en general como una fuerza mal armada, mal pagada y mal formada, permaneció en las comisarías, sin atreverse a cuestionar el dominio talibán.

El miércoles 22 de abril llegaron a Buner dos pelotones del cuerpo policial de fronteras para reforzar al ya desplegado en el lugar y reforzar las tareas de patrulla, pero no se tiene noticia de que hayan detenido los movimientos talibanes ni su actividad.

Varias personas, entre ellas periodistas y personas empleadas por ONG, han contado a Amnistía Internacional que la población local está aterrorizada ante la posibilidad de que el ejército de Pakistán lance una ofensiva de operaciones de represalia contra Buner.

“Amnistía Internacional ha documentado graves daños causados a civiles en operaciones indiscriminadas del ejército en el pasado. Tales operaciones han sido la principal causa del desplazamiento de centenares de miles de personas,” ha explicado Zarifi. “La población de Buner necesita desesperadamente apoyo del gobierno, pero no quiere más operaciones militares ineficaces, que destruyen lo que no pueden proteger.”

El jefe talibán en Buner, el muftí Bashir Ahmed, conocido como Abu Sultan, ha prohibido por mediación de su portavoz, el mulá Khalil (conocido también como Abu Usman y muftí Ghreeb), todas las acciones que violen la estricta y restrictiva interpretación talibán de la ley islámica.

El personal de una ONG local ha contado a Amnistía Internacional que el mulá Khalil ha advertido también contra toda actividad que pudiera interpretarse como una forma de colaboración con los Estados Unidos de América.

Los talibanes han cerrado el santuario de Pir Baba, poeta y santo sufí. También han incendiado casas levantadas en torno al santuario de Rana Chandar Gi, santo hindú, en la montaña de Elum, aunque el santuario en sí no ha sufrido daños y sigue abierto.

Los miembros de las pequeñas comunidades sij e hindú de Buner han contado a Amnistía Internacional que los talibanes no les han atacado, pero que muchos de ellos se disponen a marcharse de allí por temor a un deterioro grave de la situación.

“Los talibanes de Buner han impuesto su autoridad por encima del gobierno paquistaní, como les hemos visto hacer en otras zonas que también han tomado”, ha señalado Zarifi. “La población de Buner está ahora a su merced, en particular la mujeres y las niñas, a quienes niegan sistemáticamente sus derechos.”

“Toda respuesta al problema ha de estar centrada en el bienestar de la población de Buner y la demás zonas afectas ya a los talibanes paquistaníes. El gobierno de Pakistán y sus patrocinadores internacionales, principalmente Estados Unidos, llevan demasiado tiempo ocupándose de él como si fuera simplemente una cuestión militar o de lucha contra el terrorismo, en vez de demostrar que su principal intención es proteger los derechos de las personas más directamente afectadas.”