La lucha de Emilie por la justicia: “No creo que fuese capaz de volver a relatar lo que pasó”

“Lo denunciamos directamente… inmediatamente después de que sucediese, o sea, unos diez minutos después.”

Emilie denunció a la policía que la violaron en una fiesta mientras dormía en una cama. Dice que salió de la casa con una amiga e inmediatamente llamó a la policía, que se presentó en casa directamente y practicó detenciones. Emilie acudió al hospital para que la examinaran, y la interrogaron antes de que llegase su asistencia letrada, a la que las víctimas tienen derecho en Dinamarca.

Emilie dice que en ese momento todavía estaba conmocionada. Tras regresar a casa, nadie la llamó para informarla, así que su madre llamó a la policía en un par de ocasiones para averiguar qué estaba pasando. Aproximadamente un mes después, Emilie fue convocada a un interrogatorio en el que contó con asistencia letrada para víctimas.

Los agentes de policía volvieron a interrogarla sobre lo que había pasado en la fiesta, y le hicieron toda una serie de preguntas basadas en estereotipos, entre ellas cuánto había bebido esa noche o si estaba flirteando con él, algo en lo que, según Emilie, los agentes fueron muy insistentes. Luego le leyeron la declaración del sospechoso, que había dicho que habían mantenido relaciones sexuales consentidas.

Emilie preguntó a los agentes por qué aún no habían interrogado a su amiga, que había sido la testigo más involucrada esa noche. Entonces la llamaron para interrogarla. Emilie dice que en ese punto la policía insinuó que era improbable que el caso llegase a juicio, porque era “su palabra contra la de él”.

Pese a ello, la denuncia llegó a juicio. La vista oral se aproximó sin que Emilie tuviese noticias de su abogado hasta la víspera. Nunca había estado en un juzgado y no sabía qué se iba a encontrar.

En la sala, le preguntaron si recordaba al acusado, cuánto habían hablado y si habían flirteado. Emilie no conocía al hombre acusado de antes y ni siquiera sabía su nombre. El abogado defensor había impreso fotos de la cuenta de Instagram de Emilie y le hacía preguntas sobre dónde había estado y qué había hecho desde entonces, en un intento de demostrar que tras la presunta violación Emilie había realizado las actividades “normales” de la vida cotidiana.

Al acusado se le impuso una pena de nueve meses, con tres de libertad vigilada. El fiscal recurrió la indulgencia de la sentencia porque Emilie declaró que en el momento de los hechos estaba dormida, y se fijó un nuevo juicio, esta vez en un tribunal nacional. Todo esto coincidió con un periodo de exámenes en el instituto.

En este nuevo juicio Emilie tenía un abogado que parecía estar más involucrado y mantenía un contacto más frecuente con ella, lo que la agradaba. Pero cuando llegó la vista, fue diferente a la anterior.

La interrogaron durante al menos dos horas: ¿En qué momento había despertado? ¿Cómo de fuerte había gritado? ¿Qué movimientos había hecho? Luego le preguntaron sobre su vida tras la agresión: cuándo había decidido intentar pasar página y no pensar en ello; cómo había sido capaz de seguir yendo al instituto tras una experiencia así, y cómo era posible que siguiera saliendo con sus amigos y amigas.

“Estaban casi intentando hacer que pareciera que sólo porque era capaz de llevar una vida normal no podía haber sido violada.”

“Durante las dos horas que pasé allí sentada, creo que no hubo ni un solo instante en el que dejase de llorar… Fue como volver a vivir la agresión… Fue un trago realmente difícil.”

Casi dos semanas después, tras llamar ella misma al tribunal ,la informaron de que el hombre había sido declarado inocente.

“Es evidente que ninguna persona inocente debe ser declarada culpable, y es normal que hagan preguntas, pero creo que tiene que haber un límite en la presión que se ejerce sobre la víctima. Yo, por ejemplo, reaccioné quedándome completamente paralizada, totalmente conmocionada… Cuando están ahí sentados, presionándote, es casi como volver a pasar por la misma experiencia y acabas sintiéndote peor, creyendo que es culpa tuya, que eres tú quien ha hecho algo malo, que no deberías sentir que eres una víctima.”

Emilie contó a Amnistía Internacional que sentía que el sistema de justicia no sólo no la había ayudado, sino que le experiencia lo había empeorado todo.

“No creo que fuese capaz de volver a relatar lo que pasó. No querría tener que hacerlo.”

Pero no va a quedarse callada. Emilie ha encontrado la fuerza para alzar la voz y se ha convertido en una enérgica activista en Dinamarca. Sabe que no es la única persona que ha tenido esta experiencia al denunciar una violación y pasar por el sistema de justicia.

El sistema de justicia no debe hacer que nadie que denuncie una violación se sienta así.

Exige el acceso a la justicia para las sobrevivientes de violación.

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