Mensajes desde Grecia: La esperanza ha desaparecido

En 2015, la crisis global de refugiados pasó a estar en primer plano en Europa como nunca antes.

Desarraigados por la persecución y los antiguos y nuevos conflictos, miles de hombres, mujeres, niños y niñas recurrieron a Europa como lugar seguro.

Transcurrido un año –tras el cierre sucesivo de fronteras–, las imágenes de miles de personas caminando penosamente por los Balcanes han desaparecido. Sin embargo, la crisis humanitaria no lo ha hecho. Casi 60.000 personas refugiadas y migrantes están atrapadas en Grecia, la mayoría de ellas en condiciones atroces.

El resultado es un sufrimiento inmenso y evitable.

Vivíamos de la esperanza, pero la esperanza ha desaparecido.

Kurtey desde Irak

Atrapados en Grecia

Campo para personas refugiadas de Malakasa, a 40 Km al norte de Atenas, julio de 2016.
Ismail, afgano de tres años de edad, vive con su familia en una tienda en el exterior del antiguo aeropuerto de Elliniko, Atenas, julio de 2016.
Yousif Ajaj, sirio de 26 años, vive con su esposa, embarazada de cuatro meses, en el campo para personas refugiadas de Softex. “Morimos 100 veces cada día […]. Sólo quiero llegar a un lugar donde mi hijo pueda crecer sano y salvo.”
Sarif, anciana refugiada yezidí procedente de Irak, es ciega. Su familia le contó a Amnistía Internacional que tiene más de 100 años. Sarif comparte una tienda del campo para personas refugiadas de Nea Kavala con uno de sus hijos, su nuera y los cinco nietos.
Campo para personas refugiadas de la zona portuaria de Tesalónica, julio de 2016.

Almacén de personas refugiadas

Más de 47.000 personas refugiadas y migrantes, entre ellas jóvenes, ancianos y ancianas, personas con problemas graves de salud o discapacidad y mujeres embarazadas, están atrapadas en territorio continental de Grecia.

Viven en condiciones atroces, durmiendo en el suelo durante meses. El día a día de muchas de ellas está marcado por una constante inseguridad, incluso para conseguir suficiente comida.

Otras 13.100 personas llegaron a las islas griegas tras la aplicación en marzo de 2016 del acuerdo migratorio entre la Unión Europea (UE) y Turquía. Están atrapadas en campos superpoblados y viven en condiciones espantosas mientras esperan las decisiones sobre sus solicitudes de asilo.

No hay un sistema eficaz de identificación de las personas vulnerables, tales como mujeres embarazadas, ancianos y ancianas, víctimas de la tortura, personas con discapacidad o menores no acompañados, y muchas de ellas no están recibiendo los servicios especializados que necesitan, lo que aumenta aún más su situación de riesgo.

Las atroces condiciones y la incertidumbre sobre el futuro alimentan las tensiones que han estallado con violencia en algunos campos. La seguridad es especialmente preocupante para las mujeres y las niñas, debido al escaso alumbrado, la falta de aseos y duchas separadas que se puedan utilizar con seguridad, y la carencia de mecanismos para denunciar el acoso o proteger a las víctimas.

DESCARGA “OUR HOPE IS BROKEN”.

Una crisis evitable

Esta crisis sólo se puede solucionar de forma duradera si otros gobiernos europeos comparten responsabilidades. Existen mecanismos para hacerlo, pero deben aplicarse.

La Unión Europea cuenta con normas de reagrupación familiar para reunir a las personas refugiadas con familiares que ya estén en Europa.

Se pueden conceder visados por razones humanitarias.

En 2015, los Estados miembros de la UE acordaron un programa de reubicación temporal para admitir a solicitantes de asilo de forma más equilibrada entre los países y aliviar la presión que sufren los Estados que están en primera línea, como Grecia.

Sin embargo, los gobiernos europeos–la mayoría de ellos–paralizan los esfuerzos por implementar con prontitud estas medidas o se oponen a ellos de forma activa.

“Los líderes de la UE siguen diciendo que quieren actuar con humanidad, pero hacen que el proceso [de reubicación] sea muy lento y no les importa cómo vivimos aquí.” – Soushi, mujer yazidí de Irak

Recomendaciones

Los gobiernos europeos deben aplicar sin dilación las siguientes medidas:

  • Aumentar el número de plazas de reubicación ofrecidas, de forma acorde con las actuales necesidades de Grecia, aceptar las solicitudes de reubicación y ampliar el alcance del programa para incluir a todas las personas solicitantes de asilo.
  • Establecer procedimientos de reagrupación familiar accesibles, públicos y agilizados para que las personas atrapadas en Grecia se reúnan rápidamente con los familiares cercanos que tengan en otros países europeos.
  • Dar acceso, por ejemplo mediante visados por razones humanitarias, a solicitantes de asilo que necesiten atención especial con urgencia.

Mejorar el sistema de asilo y de acogida en Grecia –y garantizar el acceso a la protección efectiva– es una tarea necesaria que corresponde a las autoridades griegas.

  • Con el apoyo de la UE, Grecia debe proporcionar urgentemente alojamiento adecuado. Esto incluye la atención médica y especializada que se requiera, instalaciones de saneamiento separadas para hombres y mujeres, y garantizar la seguridad de las personas refugiadas mediante un acceso efectivo a la justicia.

DESCARGA “OUR HOPE IS BROKEN”.

Incumplimiento de los compromisos de reubicación

66.400
personas refugiadas que Europa prometió admitir en dos años
Unas 4.000
personas refugiadas reubicadas durante el primer año
6 %
reubicaciones prometidas que Europa ha cumplido

Expresa tu solidaridad con las personas refugiadas

El sufrimiento –y la resiliencia– de estas personas han motivado a miles de personas en Grecia y otros lugares. En todo el continente, la población ha abierto sus brazos, incluso sus hogares, y ha expresado su solidaridad con algunas de las personas más vulnerables del mundo.

Durante la visita que Amnistía Internacional realizó a Grecia en julio de 2016 conocimos a Alan y Gyan, a Basel y a un grupo de mujeres yazidíes que se llamaban Kurtey, Ghazal, Karmey, Beshey y Noorey.

Lee sus historias y envía un mensaje de apoyo por correo electrónico.

Amnistía entregará estos mensajes a Grecia para que sepan que hay personas en todo el mundo que están a su lado y dicen “Te doy la bienvenida”.

El caso de Alan y Gyan

“A la gente de Europa que desea dar la bienvenida a los refugiados, quiero decirle: gracias.”

Alan, de 30 años, y su hermana Gyan, de 28, son kurdos de Siria. Ambos padecen una afección que causa degeneración muscular y utilizan silla de ruedas.

Después de atravesar a caballo las montañas en dirección a Turquía, llegaron a Grecia en 2016 con su madre y otros dos hermanos; tenían la esperanza de alcanzar Alemania, donde su padre y una hermana menor vivían desde 2015. Sin embargo, la frontera norte con Macedonia ya estaba cerrada en la práctica para las personas refugiadas.

Alan nos dijo:Ni personas con discapacidad, ni mujeres embarazadas… nadie podía cruzar. En ese momento se rompieron todos mis sueños”.

El caso de Basel

Basel Tabarnen, barbero sirio, tiene 45 años y vive en el campo de Nea Kavala, en el norte de Grecia.

Tiene dos hijos y cuatro hijas. El menor, que aparece en la foto, tenía sólo 11 días y había nacido en el campo. Basel quiere que lo reubiquen en Suecia, donde vive su hija.

“Es una vida terrible. Somos personas, no podemos vivir como animales. Soy un ser humano, tengo sentimientos.” – Basel

El grupo de mujeres yazidíes

Kurtey, Ghazal, Karmey, Beshey y Noorey se vieron obligadas a marcharse de Irak en agosto de 2014, cuando el autodenominado Estado Islámico barrió el norte del país en una campaña sistemática de limpieza étnica.

No se sentían seguras en el campo de Nea Kavala y formaron un círculo de protección para cuidarse entre ellas. “No utilizamos las duchas; hemos construido un hamam [baño tradicional] junto a nuestras tiendas.”

Más tarde se trasladaron a otro campo, pero tenían un mensaje claro para los gobiernos europeos:

“Necesitamos que nos escuchen… Sáquennos de Grecia.”