Desde 1975, el 8 de marzo viene siendo un punto de encuentro para las feministas de todo el mundo. Establecido por la ONU, ese día se ha utilizado tradicionalmente para celebrar los logros de la mujer y poner en evidencia las graves desigualdades que aún persisten entre los dos sexos. Pero, 41 años después, ¿es aún necesario?
La respuesta es sí. Las mujeres y las niñas han conquistado cimas inimaginables en la política, las ciencias, las artes, el deporte y los negocios, pero su lucha continúa; y no sólo por la igualdad salarial, cuestión que preocupa a tantas personas en la actualidad, sino también por sus derechos humanos básicos. El ejemplo más evidente es su lucha por los derechos sexuales y reproductivos. A continuación exponemos seis razones por las que consideramos que el Día Internacional de la Mujer es más importante que nunca.
1. Las mujeres y las niñas no pueden acceder a abortos cuando los necesitan desesperadamente
Alrededor del 39 % de la población vive en países en los que el aborto está completamente prohibido o se permite sólo cuando la vida o la salud de la mujer está en peligro. Entre esos países figuran Chile, donde el aborto está prohibido en todos los casos, e Irlanda, donde sólo se permite si la mujer corre peligro de muerte. En ambos países, cuando el feto presenta problemas de salud letales, se obliga a las mujeres a llevar a término el embarazo o a costearse viajes a otros países para acceder a esos servicios vitales. Además, cuando una mujer padece alguna enfermedad que pone en peligro su vida, se le niega con frecuencia el tratamiento adecuado porque pone en peligro al feto. Negar el tratamiento médico en estas situaciones y obligar a la mujer a soportar el dolor de dar a luz un feto que saben que morirá constituyen actos de tortura.
No podemos permitir que esto siga ocurriendo. En Chile se está debatiendo en estos momentos la ley del aborto, y en Irlanda se están sentando bases favorables para su reforma. Tu presión puede ser decisiva. Pide a Chile e Irlanda que despenalicen el aborto.
2. Se sigue obligando a las niñas a contraer matrimonio por la fuerza
Según UNICEF, más de 700 millones de mujeres vivas actualmente estaban casadas antes de cumplir los 18 años –aproximadamente una de cada tres antes de los 15–. Uno de los países con mayores índices de matrimonios forzados y prematuros es Burkina Faso, que figura en el séptimo puesto de la clasificación, y donde el 52 % de las niñas se casan antes de los 18 años. Cuando se obliga a una niña a contraer matrimonio, habitualmente ésta tiene que abandonar la escuela y aceptar embarazos prematuros y, a menudo, consecutivos. Pese al peligro de perder a su propia familia, muchas niñas de Burkina Faso se rebelan contra los matrimonios forzados y buscan refugio, a veces a miles de kilómetros de sus hogares.
Dales tu apoyo hoy mismo. Firma nuestra petición pidiendo a Burkina Faso que haga cumplir su legislación contra los matrimonios forzados y prematuros.
3. La violación conyugal sigue sin considerarse siempre violación
Los grupos feministas tuvieron que luchar durante casi todo el siglo pasado para conseguir que se reconociera por ley el delito de violación conyugal. Finalmente, en 1993, la ONU lo declaró una violación de derechos humanos. Sin embargo, en muchos países no se recoge explícitamente como delito. En Túnez, por ejemplo, las relaciones sexuales se consideran un deber marital tanto para hombres como para mujeres. En la práctica, sin embargo, eso implica que las mujeres se sienten obligadas a plegarse a las exigencias de sus esposos. Una de ellas explicó a Amnistía Internacional: “No tengo la posibilidad de decir que no; eso no le gusta, así que da igual cómo me encuentre, si estoy cansada o enferma: no tengo elección.”
Pide a las autoridades tunecinas que dejen de castigar a las sobrevivientes de violencia sexual. Escribe al primer ministro hoy mismo.
4. Se encarcela durante decenios a mujeres que sufren abortos espontáneos
Ha ocurrido en El Salvador y en Nicaragua. Ha ocurrido también en Estados Unidos. En esos países se ha detenido a mujeres que han sufrido abortos espontáneos o complicaciones en el embarazo y se las ha encarcelado durante decenios. Esto sólo ocurre en Estados en los que el aborto es ilegal. Teodora cumple actualmente una pena de 30 años de prisión por haber sufrido un aborto espontáneo. Acusada de “homicidio con agravantes”, es una víctima más de la inhumana prohibición del aborto en vigor en El Salvador.
Pide a las autoridades salvadoreñas que dejen en libertad a Teodora.
5. Las sobrevivientes de esterilización forzada siguen esperando justicia
A lo largo de la historia, se ha recurrido a la esterilización de personas contra su voluntad como forma de control de algunos de los grupos más marginados de la sociedad: las personas con discapacidad, las que viven en la pobreza y las minorías étnicas. Las mujeres han sido uno de los principales blancos. En la década de 1990, unas 200.000 mujeres, en su mayoría indígenas o pobres, fueron esterilizadas sin su consentimiento informado en Perú.
Han pasado 18 años y las sobrevivientes siguen pidiendo que los responsables comparezcan ante la justicia. Súmate a ellas.
6. Las mujeres siguen sufriendo acoso sexual en lugares públicos
El acoso sexual es una realidad diaria para las mujeres de todo el mundo. Un estudio de la ONU ha revelado que el 43 % de las jóvenes de Londres (Reino Unido) ha vivido situaciones de acoso en la calle. En Port Moresby (Papúa Nueva Guinea) la ONU concluyó que el 90 % de las mujeres y las niñas había sufrido alguna forma de violencia sexual. El acoso y la violencia sexual azotan también a las mujeres refugiadas. Las mujeres refugiadas sirias, como Maryam —que actualmente se encuentra en el valle de Becá, Líbano—, afirman que con frecuencia son victimas de abusos: “Da igual que esté soltera o casada, siempre sufro acoso”, explica.
Millones de mujeres siguen sin poder controlar lo que pasa con sus cuerpos. Hoy, Día Internacional de la Mujer, recordaremos a esas mujeres de todo el mundo, y emprenderemos el mayor número posible de acciones para solidarizarnos con ellas.
Imagen: Malika “La Slammeuse” fotografíada por Leila Alaoui en Ouagadougou, Burkina Faso, enero de 2016. © Leila Alaoui para Amnistía Internacional