En marzo, Phyoe Phyoe Aung fue encarcelada por ayudar a organizar una protesta estudiantil en Myanmar. Su esposo, Lin Htet Naing, nos habla de su pareja y de la lucha de ambos por la justicia.
El día que más me gusta es el 11 de abril de 2007, el día en que nos enamoramos. Amo a mi esposa porque es sencilla, honrada y cariñosa conmigo, y creo que me quiere porque soy un poco malo :D. Lo único que deseamos es formar un hogar y una familia juntos.
La conocí en 2006, cuando estudiábamos. Pensé que parecía un chico: no le tenía miedo a nadie y siempre estaba debatiendo con nuestros compañeros y explicando por qué era buena la globalización.
“Estoy muy orgulloso de ella”
Desde pequeña ha estado en contacto con la política y el activismo. Cuando tenía 10 meses, su padre fue detenido tras el levantamiento de 1988, una protesta estudiantil que aplastó el régimen militar. Tenía 16 años cuando lo liberaron.
Estoy muy orgulloso de ella. Es la secretaria general de la Federación Pan-Birmana de Sindicatos de Estudiantes. Esta federación ocupa un lugar muy importante en la historia de nuestro país, ya que lideró la petición de independencia y democracia, y por eso ayudamos a restablecerla en 2007.
Tuvimos que trabajar en la clandestinidad porque en ese momento era ilegal ser miembro del sindicato. Participamos en la Revolución Azafrán para protestar contra la subida de los precios de los productos básicos, pero nos detuvieron y estuvimos más de tres años en prisión.
“Ella quiere un buen sistema de asistencia social”
Ha participado en muchas campañas más, como la protesta contra el conflicto armado en el norte del país. Sueña con que Myanmar se parezca a un país escandinavo, con un sistema de seguridad social y atención médica para todas las personas.
En 2014, estudiantes de todo el país convocaron una reunión sobre la nueva Ley Nacional de Educación, que en nuestra opinión limita la libertad académica. Fue elegida como una de las personas que ayudarían a coordinar la iniciativa.
Ese mismo año, ayudó a organizar una marcha por todo el país para protestar contra la nueva ley. Casi 1.000 personas salieron a la calle, entre ellas más de 300 estudiantes.
Los eslóganes de los manifestantes eran: “Necesitamos una educación democrática” y “no queremos un sistema de educación centralizado”. Pero cuando se acercaban a Yangón, la policía los rodeó y detuvo a Phyoe Phyoe Aung.
“Estaba furioso con el gobierno”.
Suponíamos que pasaría. Intentamos negociar la nueva ley con el gobierno pero, como no funcionó, nos imaginamos que el asunto acabaría mal. Ella estaba preparada y llevaba su teléfono móvil, un poco de dinero y una mochila con algo de comida y medicinas.
Me disgusté mucho cuando me enteré. Lloré porque no podía defenderla ni estar a su lado y estaba furioso con el gobierno. La echo de menos.
Desde entonces, le he dicho que cuide su salud y sea fuerte. Le digo que haré todo lo que esté en mis manos para que la liberen lo antes posible.
Sin embargo, las autoridades no tienen ninguna tolerancia con los activistas estudiantiles. Presionan a las universidades y al profesorado para que los controlen y los excluyan de sus clases. Además, también presionan a los padres. Y si aún así los estudiantes siguen protestando en público, la policía los detiene aplicándoles el artículo 18 de nuestra ley, que prohíbe las protestas sin autorización.
“La prisión no es la respuesta”
Ahora, mi esposa se enfrenta a un largo juicio. Se siente muy frustrada. Están interrogando a 47 acusados uno por uno, pero aún no han acabado con la primera persona. Si el juicio sigue a este ritmo, durará más de tres años hasta que acabe del todo. Si la condenaran, podría pasar más de nueve años en prisión.
En la actualidad, la gente en Myanmar sólo está interesada en las elecciones generales. Se han olvidado de los presos políticos como mi esposa. Por eso tenemos que seguir presionando al gobierno e informar a la gente sobre lo que está pasando.
Mi mensaje para ustedes y los simpatizantes de Amnistía Internacional es que le digan alto y claro al presidente Thein Sein y a su gobierno: “La prisión no es la respuesta para las personas que quieren un cambio”.