Golpeados por estar enamorados

En agosto de 2014, Costas y su pareja recibieron una brutal paliza de unos matones en una violenta agresión homófoba y racista en el centro de Atenas.

Nos habíamos conocido dos meses antes en la Marcha del Orgullo de Atenas y habíamos decidido irnos a vivir juntos. Vivíamos en un pequeño estudio en el centro de la ciudad. Un día a finales de agosto salimos a hacer algo de compra y le propuse que nos quedáramos un rato en la calle en lugar de regresar a casa.

Nos sentamos en un banco en una plaza. Hacía mucho calor y corría una brisa agradable. La plaza estaba relativamente vacía. En esa época del año Atenas es tranquila; todo el mundo está fuera. Estábamos sólo nosotros, la tienda en la esquina que estaba cerrando poco a poco y un grupo de muchachos jóvenes al otro lado de la plaza.

No les prestamos mucha atención. Estábamos allí sentados hablando y nos echamos a reír. No podíamos imaginar lo que vendría a continuación. Dos de ellos se acercaron a nosotros por detrás en una moto y nos tiraron un cubo lleno de agua sucia. Me quedé paralizado. Me recliné para intentar calmarme antes de marcharnos a casa. Craso error. Uno tras otro, vinieron corriendo hacia nosotros y empezaron a darnos puñetazos y patadas.

Había unos 12 o 15. Demasiados. No dejaban de golpearnos.

Imagen del teléfono móvil de Costas que muestra la pierna rota en la agresión. © Particular
Imagen del teléfono móvil de Costas que muestra la pierna rota en la agresión. © Particular

“Me rompieron la pierna por tres sitios”

Creo que vieron que éramos pareja y nos atacaron por eso y por el color de piel de mi compañero. Lo último que vi es que lo tiraban al suelo. Vi que le daban patadas. Después de eso ya no pude ver nada más. Me di cuenta de que tenía la cabeza y la parte superior del cuerpo dentro de una papelera a la que habían dado la vuelta. Me tiraron al suelo y unos segundos después me rompieron la pierna por tres sitios.

Llegó la policía pero nadie se dirigió a mí directamente. El agente no se acercaba, como si yo fuese contagioso. Fue una desgracia. Tardé meses en recuperarme. Por supuesto, tuvieron que operarme. Mi trabajo y mi salud mental se han resentido enormemente; los dos hemos pasado una época muy dura. Ahora quizás tenga curada la pierna, pero cada vez que veo cualquier tipo de violencia, vuelvo a vivir lo ocurrido, todo el horror y el miedo. Es dolorosísimo.

Y nadie ha sido castigado por esos actos. La policía debería esforzarse más.

“No se reconocen nuestros derechos”

Cuando nos conocimos, la Marcha del Orgullo de Atenas cumplía 10 años. Me alegraba que la comunidad fuera cada vez mayor, pero en realidad apenas han cambiado las cosas en Grecia para las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer e intersexuales (LGBTQI). Conocer a mi pareja fue hermoso e inesperado. No le di ninguna importancia a que fuera extranjero: simplemente me sentí atraído por él.

Tuvimos que mudarnos a otra zona debido a la agresión. Y luego volvieron a agredir a mi pareja.

El caso de Costas figura en Escribe por los derechos, nuestra campaña global de envío de cartas. © Nick Chaffe para Amnistía Internacional.
El caso de Costas figura en Escribe por los derechos, nuestra campaña global de envío de cartas. © Nick Chaffe para Amnistía Internacional.

Esto ocurre continuamente, nos ocurre a nosotros y a gente que conocemos. No nos sentimos seguros. Nuestra primera reacción fue intentar salir de Grecia, ir a cualquier otro sitio, a un lugar más seguro… Parece como si el gobierno tolerara las agresiones al no reconocer nuestras relaciones, al no reconocer que somos reales. Tenemos derecho a existir en condiciones de seguridad.

El nuevo gobierno dijo que quería mejorar la situación, poner fin a los crímenes de odio y reconocer a las parejas del mismo sexo y, sin duda, es un paso positivo. Pero eso debería haber sucedido hace mucho tiempo, antes de que tuviéramos que llorar a las víctimas. ¡Y todavía no ha ocurrido!

No hay reconocimiento, derechos ni protección significativa para las personas LGBTQI en Grecia. Es como si no existiéramos.