Burkina Faso: Descubrir la anticoncepción cuando es demasiado tarde

El nuevo gobierno que surja tras las elecciones que Burkina Faso se dispone a celebrar el 29 de noviembre no debe olvidar la difícil situación de mujeres y niñas como Nathalie.

La primera vez que me quedé embarazada vivía en un pueblo, en casa de mi abuela materna. No sabía que podía quedarme embarazada por tener relaciones sexuales. La familia de mi padre –incluidos mis tíos– se indignó conmigo y me acusó de no haber respetado nuestras costumbres al quedarme embarazada antes de casarme. Di a luz en casa de mi abuela. El padre del bebé reconoció que era suyo, pero no seguimos juntos.

La segunda vez que me quedé embarazada, seguía sin conocer la anticoncepción. Nadie me habló de ella en la clínica. Ni mi compañero ni mi familia la mencionaron en ningún momento. Di a luz a mi segundo hijo en casa, y después tuvo uno más, también en casa.

Ir contra la costumbre

Después del nacimiento de mi tercer hijo, cuando ya tenía tres años, fue cuando oí hablar por primera vez de la anticoncepción. Una amiga me dijo que fuera a informarme a la clínica. No era costumbre de los hombres de la familia usar métodos anticonceptivos. No me atreví a pedir permiso a mi compañero porque sabía cómo iba a reaccionar. Su familia solía decir que el embarazo es un regalo de Dios y nadie debe oponerse a su voluntad.

Entonces mi amiga me dio una caja de pastillas. No sabía cuántas tomarme ni con qué frecuencia, así que me tomaba una cada vez que tenía relaciones. Cuando tuve ocasión de ir a la clínica a escondidas, una enfermera me dijo que volviera cuando tuviera el periodo. Pero mis ciclos se interrumpieron y, cuando volví a la clínica, la enfermera me dijo que estaba embarazada. Había ido demasiado tarde.

Mi amiga me dio una caja de pastillas. No sabía cuántas debía tomar ni con qué frecuencia.

Nathalie

Si mi compañero y su familia no se hubieran opuesto, yo no habría tenido un cuarto hijo. Regresé a casa de mis padres, porque todavía no estamos casados. De momento no tengo dinero para usar métodos anticonceptivos. Estoy cansada y no quiero tener más hijos. Los anticonceptivos no deberían ser tan caros.

La experiencia de Nathalie no es un caso aislado. Si se les niega información adecuada sobre el sexo y las relaciones y se les impide disponer de métodos anticonceptivos, las mujeres y las niñas no pueden tomar decisiones primordiales que tienen derecho a tomar y que afectan al rumbo de sus vidas. Acabemos con las barreras que impiden la libre elección en Burkina Faso Firma nuestra petición hoy mismo.

#MiCuerpoMisDerechos

Recortando figuras para decorar la guardería de una casa refugio para sobrevivientes de violación, embarazo no deseado y matrimonio prematuro y forzado en Burkina Faso. © Sophie Garcia/Corbis para Amnesty International
Recortando figuras para decorar la guardería de una casa refugio para sobrevivientes de violación, embarazo no deseado y matrimonio prematuro y forzado en Burkina Faso. © Sophie Garcia/Corbis para Amnesty International