Un mensaje alto y claro: Grecia debe proteger a las personas que llegan a sus fronteras

Muchos refugiados y migrantes han dicho a Amnistía que en la frontera griega con Turquía recibieron un trato terrible. Hoy, más de 94.000 activistas expresan su protesta al ministro responsable, Nikolaos Dendias, mandándole una “tarjeta postal” (derecha)

Por Giorgos Kosmopoulos, asistente de investigación y acción de Amnistía Internacional para Grecia.

“Bienvenidos a Grecia”, dice la tarjeta postal que estamos enviando hoy a Nikolaos Dendias, ministro griego de Orden Público y Protección Ciudadana. Protestaremos ante su despacho en Atenas con una versión gigante de la tarjeta y también la enviaremos por Twitter y la compartiremos en Facebook.

Actualmente, muchas de las personas que tratan de entrar a Grecia no tienen un recibimiento muy digno. Muy al contrario, sufren un trato terrible a manos de la policía bajo la autoridad del ministro Dendias.

Nuestro nuevo informe de investigación, publicado hoy, documenta decenas de testimonios en los que se denuncia la práctica habitual de la policía griega de volver a enviar a refugiados y migrantes a Turquía en las llamadas “devoluciones informales”. Muchas personas me contaron que la policía y los guardacostas les habían dado patadas y golpes.

Las “devoluciones informales” no sólo son ilegales en virtud de las leyes de la UE y el derecho internacional, sino que también suponen un riesgo: miles de personas están intentando entrar a la UE por rutas cada vez más peligrosas. Y cientos –muchos de ellos niños– han muerto buscando una nueva vida en Europa.

Abandonados en el mar en una balsa de plásticoEl nuevo informe, titulado Greece: Frontier of hope and fear. Migrants pushed back at Europe’s border (Grecia, frontera de esperanza y miedo. Migrantes devueltos en las fronteras de Europa), explica con toda crudeza lo que está sucediendo exactamente. “Nos pusieron en una balsa de plástico y nos dejaron en el mar”, me contó recientemente una joven pareja afgana. En ese momento, la mujer estaba embarazada de seis meses.

He estado en los límites de la “Fortaleza Europa” durante unos cuatro años mientras trabajaba para Amnistía sobre los derechos de refugiados y migrantes en Grecia. He oído las historias de muchas personas valientes y me siento enojado y avergonzado por la forma en que se las trata. Todavía me persiguen las imágenes de mis visitas a los centros de detención de inmigrantes.Pero también me he sentido feliz y esperanzado. Feliz porque Amnistía, junto con otras ONG, abogados y activistas, ha podido ayudar a muchas personas detenidas a quedar en libertad o conseguir un trato mejor. En ocasiones lo hemos conseguido haciendo mucho ruido, en otras hemos trabajado en segundo plano, unidos y en silencio.

¡Gracias!

Y me siento esperanzado porque son muchas las personas de toda Europa y otros lugares que se unen y se suman a nuestra campaña SOS Europa. Vaya un enorme “¡gracias!” para las 94.196 personas de Alemania, Austria, Bélgica, Eslovenia, Francia, Grecia, Israel, Países Bajos, Polonia, República Checa, Suiza, Turquía y Reino Unido que plantaron cara a la injusticia firmando nuestra petición.Hoy es un día en el que tenemos que hablar alto y claro. Juntos nos estamos asegurando de que las vergonzosas violaciones de derechos humanos que se producen en las fronteras de la Fortaleza Europa no siguen ocultas en la sombra. Nadie, y menos aún el gobierno griego, puede afirmar que no sabe lo que está sucediendo.

Podemos hacerlo mejor

Desgraciadamente, el ministro Dendias se negó a que le presentáramos en persona todas estas firmas. Pero como no nos rendiremos hasta que nos escuche y comience a hacer cambios, hoy estamos protestando ante su despacho para recordarle que las personas son más importantes que las fronteras. Y se nos unirán muchas otras personas compartiendo nuestra tarjeta postal en Facebook y enviándola por Twitter al ministro.

La Unión Europea necesita asumir su parte de responsabilidad. Ahora mismo, los dirigentes europeos están debatiendo su estrategia de asilo y migración para los próximos cinco años. Sólo podemos desear que decidan hacerlo mejor que hasta ahora. Es una buena noticia que la Comisión Europea haya comenzado a tratar con Grecia las denuncias de “devoluciones informales”. Es de esperar que gracias a ello el caso de Grecia sea remitido pronto oficialmente al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.

Entretanto, sé que muchos refugiados y migrantes se sienten apoyados porque Amnistía y otros son testigos de los abusos que se cometen contra sus derechos humanos y tratan de ponerles fin. Kusha, un refugiado iraní activista que conozco en Grecia, me dijo hace poco lo que significaba para él que los activistas de Amnistía se echaran a la calle: “Ver a todas estas personas, a la mayoría de las cuales no conozco de nada, participando y actuando para ayudar a personas que no conocen de nada me da fuerzas”.