La carga de la prueba: Las comunidades del Delta del Níger adquieren nociones sobre inspección de vertidos de petróleo

Por Joe Westby, adjunto de investigación y acción de Amnistía Internacional en el ámbito empresarial, y Onyekachi Okoro, del proyecto Media For Justice (Medios en favor de la Justicia), del Centro para el Medio Ambiente, los Derechos Humanos y el Desarrollo (CEHRD)

“Hay personas muriendo calladamente. Las empresas petroleras traen enfermedades a nuestras comunidades”, nos contó un hombre de una comunidad contaminada del estado de Bayelsa, Nigeria.

Pero cuando se trata de vertidos de petróleo en el delta del Níger, lo que cuenta no es lo que has sufrido o lo que sabes, sino lo que puedes demostrar.

Este simple hecho ha impedido que las comunidades consigan que se haga justicia, incluso cuando la contaminación ha dado un vuelco a sus vidas. Puesto que las empresas petroleras tienen un control considerable cuando se trata de definir datos cruciales sobre los vertidos de petróleo, las comunidades afectadas no disponen de información fidedigna e imparcial, lo que implica que no pueden dar, de hecho, su versión de la historia.

Durante la semana pasada hemos tratado de cambiar esa dinámica. Nos encontramos en Port Harcourt, donde hemos organizado talleres para un grupo formado por 60 hombres y mujeres de comunidades de los estados de Rivers y Bayelsa sobre cómo inspeccionar por sí mismos de manera eficaz los vertidos de petróleo. Proceden de todas partes del delta del Níger, y entre ellos hay un jefe, familias y una muchacha joven. Cuando regresen a sus comunidades, queremos estar seguros de que, si se produce un vertido de petróleo, pueden reunir las pruebas necesarias para poder reivindicar su derecho a obtener reparación.

Fotos y vídeos que establezcan la causa del vertido, la cantidad de petróleo vertido y la zona afectada constituyen elementos probatorios cruciales. Esta información no se suele hacer constar correctamente durante el proceso de la investigación oficial, debido, entre otros factores, al hecho de que las investigaciones corren a cargo principalmente de las propias empresas y a graves deficiencias en algunos de los procesos técnicos.

Los participantes en el taller también han tenido la oportunidad de compartir sus experiencias conviviendo con la contaminación.

Describieron cómo el petróleo destroza completamente el entorno del que dependen para conseguir alimento, agua y un medio de subsistencia. Para comer tomamos arroz jollof picante y una sopa de la zona elaborada con mandioca, pero nuestros inspectores comunales suelen comer pescado o ñame que deja en sus bocas el regusto acre del petróleo. Las cosechas se han echado a perder y tienen que desplazarse mucho más lejos para pescar. La población recoge agua de lluvia para beber, pero aseguran que hasta ésta está sucia y contaminada.

Las mujeres que asistieron al taller describieron cómo ellas se han visto especialmente afectadas por la contaminación. Por citar un ejemplo, suelen ser las primeras en sufrir los efectos de un vertido porque sus medios de vida suelen depender en mayor medida de su entorno más próximo. Pese a ello, a las mujeres, por norma general, se las excluye de los procesos de investigación e indemnización.

Muchos de los participantes culpan de la recurrencia de los vertidos en el delta del Níger al hecho de que la industria petrolera no se encarga de mantener y asegurar adecuadamente los oleoductos y otras infraestructuras. Gloria, de Ogoniland, nos contó que “los oleoductos de Shell atraviesan un terreno próximo a mi casa. Esas tuberías tienen más años que yo. El año pasado se produjeron varios vertidos en el mismo punto de las tuberías”.

Los talleres de formación por sí solos no servirán para abordan los problemas sistémicos que sustentan la catástrofe medioambiental y de derechos humanos en el delta del Níger. Sin embargo, una información veraz y grabaciones en vídeo pueden evitar que las empresas subestimen el tamaño de los vertidos de petróleo o acusen falsamente de los vertidos a terceros, lo que repercutiría notablemente en si una comunidad recibe o no indemnización o se limpia adecuadamente el lugar donde se ha producido un vertido.

Además, esta información ayudará asimismo a Amnistía Internacional y CEHRD a seguir neutralizando el discurso público de las empresas petroleras sobre sus operaciones en el delta del Níger —especialmente la afirmación de que la inmensa mayoría del petróleo vertido en la región se debe a actividades de terceros—. Aunque los robos y los sabotajes son un grave problema, esta aseveración carece por completo de credibilidad. Muchos vertidos se deben a tuberías y cabezas de pozo viejos y sin el adecuado mantenimiento.

En 2012, Amnistía Internacional y CEHRD pusieron al descubierto que el vertido masivo que se produjo en Bodo en 2008 fue mucho más grande de lo que oficialmente había calculado Shell. © CEHRDSabemos por experiencia que la inspección independiente funciona. Por ejemplo, en 2012 pusimos al descubierto que el vertido masivo que se produjo en Bodo en 2008 fue mucho más grande de lo que oficialmente había calculado Shell, sencillamente enviando un vídeo del vertido, grabado por la comunidad, a un experto en oleoductos estadounidense para que lo analizara. La comunidad de Bodo está utilizando los datos obtenidos en una demanda judicial presentada en Reino Unido.

Los inspectores comunales que han asistido a los talleres no lo tendrán fácil, y durante toda la formación hicimos hincapié en que la seguridad y la integridad —la suya y la de otros— es lo más importante. Con frecuencia, los contratistas de empresas petroleras acordonan las zonas donde se han producido vertidos de petróleo para restringir el acceso. Es muy posible que la Fuerza Especial Conjunta, a la que vemos con regularidad patrullando la región en jeeps, armada con rifles de asalto, trate de limitar las actividades de inspección o incautarse de la información. Las sesiones de formación también inciden en la documentación sin interferencias en el lugar del vertido.

Amnistía Internacional y CEHRD se asegurarán de que las empresas y el gobierno sepan que los observamos atentamente y que condenaremos enérgicamente toda iniciativa encaminada a impedir que las comunidades inspeccionen los vertidos de petróleo.

En este contexto, la información es poder, siempre y cuando haya pruebas que lo corroboren. Los hombres y mujeres que viven en el delta del Níger deben sentirse empoderados para enfrentarse a la industria petrolera y exigir que se haga justicia.