El robo de petróleo en el delta del Níger no explica todos los vertidos

De Audrey Gaughran, directora de Asuntos Temáticos Globales de Amnistía Internacional

Existen en la actualidad dos discursos enfrentados sobre la contaminación por petróleo en el delta del Níger.

Uno de los discursos afirma que las empresas petroleras, en particular Shell, son responsables de la contaminación en gran escala causada por derrames en el curso de sus operaciones y también de no tomar medidas para limpiar los residuos vertidos y proteger sus infraestructuras frente a los desperfectos y daños.

Este discurso reconoce que los robos de petróleo y los sabotajes de la infraestructura petrolera efectivamente suceden y contribuyen a contaminar, pero advierte de que las empresas petroleras magnifican ambos problemas como causantes de la contaminación para desviar las críticas sobre los nocivos efectos medioambientales de sus operaciones.

El otro discurso sostiene que prácticamente todos los vertidos están causados por robos de petróleo y sabotajes de oleoductos, y que las empresas hacen todo lo que pueden para combatir esta lacra. Y añade que el hecho de que no se limpien los vertidos como corresponde se debe normalmente a que las comunidades no dejan a las empresas petroleras acceder al lugar para hacer la limpieza.

Lo que ambos discursos reconocen es que el delta del Níger está contaminado en gran escala y que quienes viven en la zona están sufriendo las consecuencias.

Quienes esgrimen el primer discurso atribuyen la responsabilidad principal, que no exclusiva, a las empresas petroleras y a un sistema regulatorio nigeriano con lamentables deficiencias. Quienes defienden el otro echan la culpa a las propias comunidades, activistas locales y delincuentes.

¿Cuál de los dos discursos se acerca más a la verdad?

Las organizaciones de derechos humanos –entre ellas Amnistía Internacional– y los grupos ecologistas comparten los argumentos del primer discurso, mientras que las empresas petroleras promueven el segundo.

La diferencia principal entre uno y otro discurso está en la evidencia que los sustenta.

Amnistía Internacional y otras ONG han dado a conocer públicamente abundantes pruebas que demuestran que Shell quita importancia a los vertidos de petróleo debidos a fallos operativos y que no es transparente en cuanto al estado de su infraestructura.

Entre esas pruebas hay una investigación sobre un vertido de petróleo grabada clandestinamente en la que Shell cambia de versión sobre la causa del vertido, de “fallo operativo” a “sabotaje”, y lo hace de manera unilateral, sin pruebas y una vez concluida la investigación oficial. Existen asimismo indicios de que la metodología empleada para calcular el volumen de los vertidos es defectuosa y no establece la cantidad real de petróleo vertido.

La proporción de petróleo vertido por problemas operativos señalada por Shell se basa casi exclusivamente en datos recogidos por la propia empresa sin apenas control o con una supervisión poco significativa. La debilidad de las autoridades reguladoras de la actividad petrolera en Nigeria ha sido ampliamente denunciada. En fechas muy recientes, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha afirmado que las autoridades reguladoras están “a merced de las empresas petroleras” durante una visita a zonas afectadas por el petróleo. Se hacía eco de una declaración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2006: “las empresas petroleras, en particular Shell Petroleum, llevan más de 30 años operando sin controles y normas medioambientales apreciables que regulen sus actividades”.

El robo de petróleo y el sabotaje de oleoductos constituyen graves problemas en el delta del Níger. Pero, si se quiere encontrar una solución eficaz para ambos, las empresas también tienen que dejar de ocultar el alcance de los vertidos por fallos operativos y el estado de su infraestructura, y abstenerse de utilizarlos para evitar la publicidad negativa sobre el impacto de sus operaciones en el medio ambiente y los derechos humanos.

En un informe publicado el pasado viernes, el Real Instituto de Asuntos Internacionales (Chatham House) pone de relieve el problema del robo de petróleo en gran escala en el delta del Níger. El informe se centra en dos clases de robo: las operaciones ilegales en gran escala de robo de petróleo crudo (bunkering) que conllevan su extracción y transporte organizado (grifos en las tuberías, barcos para el transporte) y los robos en las terminales de exportación (según el informe, se piensa que la mayor parte del crudo sustraído en Nigeria se roba de esta manera). Sin duda, Shell se agarrará a este informe para justificarse y, una vez más, insinuará que los vertidos en Nigeria escapan en gran medida a su control.

Pero robo de petróleo no es lo mismo que vertido de petróleo. Se pueden cometer robos con escaso derramamiento del producto. El robo en pequeña escala puede ser más problemático en términos de vertido que la operación profesional en gran escala. Pero la cantidad robada no es la cantidad vertida. Los datos disponibles sobre la cantidad de petróleo robado que sale del país ponen de manifiesto que las cifras relativas al robo de petróleo son muy distintas a las del vertido de petróleo.

Surgen más motivos de preocupación si uno examina atentamente la información disponible. Por ejemplo, que muchos vertidos de petróleo en el delta se atribuyen oficialmente a actos de sabotaje y no de robo. El sabotaje se refiere a los actos que causan destrozos en la infraestructura petrolera, y suelen atribuirse (aunque no siempre acertadamente) a miembros de la comunidad descontentos que buscan resarcirse. Otro motivo de preocupación desde hace tiempo es la antigüedad y el estado de las conducciones.La mayoría de las empresas petroleras no revelan información completa sobre su infraestructura. Pero la información que otras fuentes han sacado a la luz es alarmante. Por ejemplo, en un cable diplomático estadounidense de 2008, publicado por Wikileaks, se afirmaba que un contratista con muchos años de experiencia en la instalación de oleoductos en el delta del Níger había dicho al consulado de Estados Unidos en Nigeria que el 73 por ciento de todos los ductos se tenían que haber sustituido hacía más de un decenio.

Ciertamente, el robo de petróleo causa una parte de la contaminación por vertidos que afecta al delta del Níger. Pero, para poder establecer en qué medida contribuye a la contaminación cada uno de los problemas (robo de petróleo, sabotaje de oleoductos e infraestructura antigua y deteriorada), hace falta una cosa que nunca ha existido en el delta del Níger: transparencia real sobre el estado de los oleoductos y sobre el proceso de investigación de los vertidos de petróleo.

Shell ya empezó a hacerlo en cierta medida en 2011, cuando empezó a publicar informes de investigación sobre vertidos, pero se niega en redondo a revelar datos sobre investigaciones relativas a vertidos anteriores a esa fecha. Sin embargo, sigue utilizando datos no revelados anteriores a 2011 para atribuir la mayoría de los vertidos de petróleo al robo y el sabotaje.

Para encontrar soluciones reales a los vertidos de petróleo y el robo de petróleo es fundamental que haya plena transparencia. Quienes más se oponen a ello son las empresas petroleras. Si están realmente comprometidas con la búsqueda de soluciones a los problemas del robo, el sabotaje y los vertidos de petróleo en el delta del Níger, ¿por qué no difunden los datos pertinentes de las investigaciones sobre vertidos de petróleo?

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