Hay quien dice que el emotivo acto refleja una revuelta juvenil contra el trato que reciben las personas solicitantes de asilo en Noruega, pero hasta ahora la mayoría de los políticos no quieren escuchar; de hecho, una política sugirió incluso que la manifestación era sólo una excusa para faltar a la escuela.

“Vete a Afganistán y verás lo ‘seguro’ que es”, podía leerse en una colorida pancarta hecha a mano dirigida al gobierno noruego, que amenaza con expulsar a Afganistán a Taibeh Abbasi, de 18 años, y a su familia.

Esta fue una de la muchas pancartas que se vieron en la protesta organizada por un grupo de estudiantes de secundaria el 3 de octubre de 2017 en Trondheim, la tercera ciudad más importante de Noruega. Más de 1.000 personas se congregaron en la plaza principal de la ciudad durante su hora del almuerzo para escuchar discursos y cantar canciones.

Sólo un día después, Amnistía Internacional publicó un nuevo informe que muestra cómo los gobiernos europeos han obligado a casi 10.000 solicitantes de asilo de nacionalidad afgana a volver a su país, donde corren peligro de sufrir tortura, e incluso de muerte. En su informe, Amnistía Internacional pide que se ponga fin por completo a todas las expulsiones, porque en este momento el país es demasiado peligroso.

Taibeh Abbasi (abajo, en la imagen) es afgana, pero nació en Irán. Nunca ha estado en Afganistán y huyó a Noruega con su madre y sus dos hermanos en 2012. Dijo que la manifestación fue impresionante. “Sentí que soy parte de la sociedad noruega, no sólo una refugiada. Es difícil contener las lágrimas. No estoy sola y no me voy a rendir.”

“Este caso ha emocionado a mucha gente”, dijo Mona Elfareh, líder del consejo estudiantil de la escuela de secundaria Thora Storm, donde estudia Taibeh. “Hemos trabajado día y noche para conseguir esto. La gente joven quiere que se les escuche.”

“No es la Noruega que conozco y amo”

Una de estas personas jóvenes era Emma Marshall, de 17 años, que lidera el grupo juvenil de Amnistía Internacional de Trondheim. “Para mí era importante apoyar a Taibeh y su familia”, afirmó. “Había una gran ambiente y creo que a todo el mundo le sorprendió ver cuánta gente vino.”

“Noruega no sólo está tratando a la familia de Taibeh de forma totalmente inhumana al permitirles integrarse y forjarse una nueva vida para después arrebatárselo todo”, continuó Emma, “sino que Noruega también está infringiendo la ley. Afganistán no es un país seguro en absoluto al que devolver a nadie. Esta no es la Noruega que conozco y amo”.

La niña que soñaba con ir a la escuela

Parnian Amirahmadi, de 17 años y líder del grupo de Amnistía Internacional de la escuela Trondheim Cathedral, está de acuerdo. Al igual que Taibeh, nació en Irán y vino a Noruega en 2010, cuando quedarse en Irán se volvió demasiado peligroso para su padre, que es escritor. “Siento una gran empatía con ellos”, dijo Parnian.

Según las nuevas normas de las escuelas noruegas, los estudiantes de secundaria deben tener una razón política válida para faltar a clase, así que Parnian organizó una carta de Amnistía Internacional en apoyo al derecho a manifestarse de los estudiantes. “Creo que a mucha gente le dio la oportunidad de participar”, dice Parnian.

“Taibeh y sus hermanos caminaron a la cabeza de la marcha”, dijo Parnian “y todo el mundo aplaudió y gritó ‘¡dejen que se queden los Abbasi!’”. “Después, todos cantamos ‘We Are the World’ en solidaridad con la familia.”

La protesta acabó con un discurso en noruego de Taibeh: “Estoy orgullosa de estar hoy aquí”, dijo. “Yo soy la niña que siempre quiso ir a la escuela.” Recordó su vida en Irán, donde a ella y a sus hermanos les prohibieron estudiar. “En Kabul no hay futuro. Por ser mujer estoy especialmente expuesta. Será el fin de mis sueños de tener una educación y una profesión.” Taibeh quiere ser médico.

Una revuelta juvenil

Leon Bafondoko, bloguero y activista juvenil, ha pedido a Sylvi Listhaug, ministra de Inmigración e Integración de Noruega, que responda a los manifestantes, y afirma que la manifestación refleja una revuelta juvenil y envía una señal clara de que no van a tolerar este tipo de injusticia.

Mona (en la imagen de arriba, a la izquierda) está de acuerdo: “Exigimos respuestas de los políticos, y no pararemos hasta que se haga algo. Si nos ignoran, ¿qué sentido tienen la democracia y la libertad de expresión?”

Cree que para mucha gente joven la protesta fue una de las pocas oportunidades de manifestarse contra las restrictivas políticas de asilo noruegas. Noruega es uno de los países más ricos del mundo, con capacidad para gestionar casos de asilo pero que prefiere cerrar muchos de sus centros de asilo.

La protesta era “una excusa para faltar a la escuela”

Pocos políticos —y nadie del gobierno— parecen haber prestado mucha atención a los estudiantes de secundaria hasta ahora. De hecho, Lill Harriet Sandaune, representante del partido gobernante, Partido del Progreso, cuestionó el compromiso de los jóvenes y preguntó porqué no organizaban las manifestaciones en su tiempo libre.

También ha declarado que las autoridades escolares que permiten que los estudiantes protesten en horario escolar los “animan a faltar a la escuela”.

Pero puede que los políticos debieran reaccionar y escuchar. Porque Taibeh, Mona y sus amigos, en la foto superior con un cartel que dice “Envíen a Sylvi a Kabul”, no van a rendirse. Ya se han recaudado más de 7.000 libras esterlinas para cubrir los gastos legales de la familia mediante microfinanciación colectiva. Y se están elaborando planes para impugnar la decisión que podría obligar a la familia Abbasi a abandonar su vida para exponerse al peligro en un país en el que ya no está su hogar.

Porque para esta gente joven, la familia Abbasi se queda, #AbbasiStays.