La operación militar llevada a cabo durante cuatro meses para expulsar al grupo armado autodenominado Estado Islámico de Raqqa, ciudad siria declarada por éste su capital, mató a centenares de civiles, hirió a un número mucho mayor y destruyó gran parte de la ciudad. En el curso de la operación, de junio a octubre de 2017, viviendas, edificios públicos y privados e infraestructura, todo quedó reducido a escombros o sufrió daños irreparables.