Maryia Kalesnikava lleva cuatro años detenida arbitrariamente por su destacado papel en las elecciones de 2020 y en las posteriores protestas pacíficas en Bielorrusia, y más de 500 días recluida en régimen de incomunicación. No se le permite recibir llamadas externas, visitas y cartas ni tampoco hablar con otras presas. Según fuentes confidenciales, la salud de Maryia se ha deteriorado gravemente y tan sólo pesa 45 kilos. El trato que está recibiendo, incluida la negación de la atención médica que necesita, constituye tortura y otros malos tratos y está poniendo en peligro su vida.

