Gui Minhai se dirigía en tren a Pekín con dos diplomáticos suecos para solicitar que le diagnosticaran formalmente un problema neurológico cuando de repente unos diez agentes vestidos de civil se lo llevaron. Se desconoce su paradero actual, lo cual incrementa aún más la preocupación por su salud y el peligro de que sufra tortura y otros malos tratos.
