El 3 de agosto, José Eduardo Ravelo murió a causa de múltiples lesiones internas tras contar a su madre que la policía lo había torturado bajo custodia días antes en Mérida, estado de Yucatán. La fiscalía encargada de investigar la muerte de José Eduardo ha declarado públicamente que durante su detención no tuvieron lugar tortura ni malos tratos, pero esta declaración la ha realizado antes siquiera de concluir la investigación, lo que suscita serias dudas sobre la seriedad e imparcialidad de los fiscales.