Teodora dio a luz un bebé muerto en 2007 tras sufrir repentinamente dolores intensos cuando estaba en el trabajo. La policía la detuvo mientras yacía en un charco de sangre. Posteriormente fue condenada a 30 años de prisión por “homicidio agravado”, al presumirse que era culpable de un “aborto” en lugar de víctima de una complicación del embarazo.