Treinta y cinco familias de la comunidad guaraní-kaiowá de Laranjeira Ñanderu se enfrentan al desalojo de sus tierras ancestrales en el estado de Mato Grosso do Sul, Brasil. Si son desalojadas, se verán obligadas a vivir junto a una transitada carretera a las afueras de una localidad cercana, sin acceso a agua o a tierra donde cultivar cosechas.