En la primera semana de enero, más de 90 hombres murieron (por disparos, decapitados o descuartizados) en prisiones de los estados de Amazonas y Roraima, en el norte de Brasil, a consecuencia de motines y conflictos entre bandas criminales. Las autoridades deben investigar sin demora los homicidios y adoptar medidas dentro del sistema penitenciario para prevenir sucesos similares.