Vivir bajo el régimen de Pinochet: “Aún no se sabe qué pasó con mi hermano”

No pasa un día sin que Gloria Elgueta piense en cómo pudieron ser los últimos días de su hermano Martín. Martín fue detenido por la policía política de Pinochet y recluido en Londres 38, un edificio colonial situado a cinco cuadras de la casa familiar. Después de años de buscar justicia, Gloria se unió a otros familiares en una campaña para convertir la tristemente famosa casa de torturas en un monumento conmemorativo para recordar a quienes perdieron la vida.

Hay un recuerdo de los oscuros días del régimen de Pinochet que la activista chilena Gloria Elgueta nunca olvidará. Todos los días, durante 15 días, caminó cinco cuadras desde la casa de su familia, en el centro de Santiago, y se quedaba mirando una antigua casa colonial conocida como Londres 38. La elegante fachada desmentía los horrores que ocurrían dentro. Era uno de los centros de detención de Pinochet: un lugar de tortura y muerte. Gloria sospechaba que su hermano Martín, estudiante, estaba dentro, y ella no podía hacer nada.

En julio de 1974, unos miembros de la DINA (la policía política de Pinochet) llamaron a su puerta y se lo llevaron sin más. Nunca dieron ninguna explicación de la detención ni formularon cargos contra él. Casi inmediatamente después de la detención de Martín, Gloria y su madre se unieron a cientos de personas cuyos seres queridos habían sido llevados a un lugar desconocido. Fue una peregrinación desesperada a oficinas públicas, tribunales y organizaciones independientes, en busca de ayuda y de información sobre la suerte de sus familiares.

“Se sabía que había que preguntar. Fuimos a los servicios médicos y a la morgue, pensando encontrarlo muerto. Era un peregrinar bastante infructuoso porque nosotros no recibimos ninguna respuesta respecto a su paradero. Permanentemente los organismos dependientes del poder ejecutivo decían que mi hermano no había sido detenido”, dice.

La primera pista de que Martín estaba en Londres 38 llegó de uno de los pocos activistas que sobrevivió a la detención y había sido puesto en libertad.

“Hoy sabemos que él permaneció [allí] alrededor de 15 días y fue visto por otros detenidos en Londres 38, que a comienzos de agosto fue trasladado de ese lugar y después de eso no tuvimos más testimonio de gente que hubiera estado detenida con él. Lo que hemos podido establecer es que durante ese período es que los detenidos eran trasladados por grupos y luego asesinados y sus cuerpos ocultados.”

Para muchos, no saber dónde estaban sus seres queridos o lo que les estaba pasando fue una carga difícil de llevar.

“Conozco dos casos de dos familiares que fueron a Londres 38, golpearon la puerta, fueron amenazados y no consiguieron nada. Ahora si uno viviera algo similar, sería impensable no poder traspasar esa barrera, pero en esa época operaba justamente de esa manera, ni siquiera en un caso donde una señora fue acompañada de un sacerdote pudieron conseguir nada, ni entrar, ni ninguna prueba, ni establecer que su nieto estaba ahí.”

Nadie sabe con exactitud cuántas personas estuvieron detenidas en Londres 38. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos calculan que pudo haber hasta 2.000 durante todo el tiempo que estuvo funcionando. En esa época Chile era en gran medida un país en estado de negación.

“La gente de los alrededores de Londres y de todos los centros de detención sabían que ahí pasaban cosas, pero la gente tenía miedo –dice Gloria a Amnistía Internacional–. Había un miedo muy evidente y manifiesto de la mayoría de las personas. Mi madre por ejemplo, hablaba de mi hermano sin ningún tipo de filtro y la gente hacía como que no la escuchaba.”

Mientras, sigue sin conocerse el paradero de la mayoría de los detenidos. Algunos lograron sobrevivir. La detención de Martín fue la segunda vez que fueron a por su familia. Dos meses antes de la detención de Martín, los militares se llevaron a Raimundo, el hermano mayor de Gloria, a quien detuvieron por violar presuntamente el estricto toque de queda impuesto en el país. Finalmente fue puesto en libertad en noviembre de 1976, tras sobrevivir a la tortura y los malos tratos. Pero para Gloria no pasa un día sin que piense en la suerte de su hermano Martín.

“Creo que lo peor es la violencia de esta forma de la desaparición, la incertidumbre. A pesar de que uno pudiera tener la certeza de que pudo haber sido asesinado, no saber, no tener toda la información respecto de eso en primer lugar es algo muy complejo y sobre todo para mí lo más importante es la ausencia de justicia en Chile. Yo creo que eso es una situación que agrava la violencia del crimen o de la desaparición misma, que hayan pasado 40 años y que aún no se sepa qué pasó con mi hermano.”

Gloria cree que aunque se han dado algunos pasos positivos en los últimos años para garantizar que responden ante la justicia los responsables de los miles de homicidios, desapariciones y torturas cometidos durante el régimen de Pinochet, la impunidad sigue siendo la norma. Ella y su familia siguen sin saber lo que le ocurrió a Martín y dónde están sus restos. Nadie ha rendido cuentas ante la justicia por los crímenes que sufrió.

“Creo que el resultado es completamente insuficiente porque no tenemos verdad en cada caso, las verdades que hay son genéricas. Están desaparecidos y fueron asesinados, pero no existe toda la información que la justicia requeriría como para establecer judicialmente las muertes. Sobre eso existe un manto de ocultamiento donde ha habido mucha complicidad que aun hoy, donde nosotros sabemos que hay archivos y que ha habido archivos de información sobre estos casos.”

Tras la destitución de Pinochet en 1990, el tristemente famoso edificio colonial de Londres 38 se ha convertido en un digno monumento conmemorativo de quienes fueron torturados y murieron allí.

“Recuperar Londres 38 para mí es como hacer algo con el horror. Convertir esa experiencia represiva y de persecución en algo que no es sólo una experiencia individual sino que es algo que podés dirigir e invocar a otros.”