Blog: “Una China de la que podamos estar orgullosos…”

La escritora independiente exiliada Li Jianhong (que escribe con el seudónimo de Xiao Qiao) añora su hogar. La llegada de una nueva generación de dirigentes al Partido Comunista Chino no le hace sentirse optimista sobre el cambio.

Como periodista, yo denunciaba la corrupción del gobierno en Shanghai. Pero después del acoso constante de la policía de seguridad nacional y de numerosas y breves detenciones y arrestos domiciliarios, me vi obligada a marcharme. En 2008 acepté una invitación del Ministerio de Cultura sueco para viajar a Suecia como escritora invitada. Costó dos meses convencer a la policía para que me dejara ir.

En Suecia soy libre: libre para hablar, libre para escribir. Ya no vivo bajo el estrés de no saber si va a venir la policía a mi casa a acosarme, ni con la preocupación de que lo que escribo puede perjudicar a mi familia. Aun así, no puedo evitar sentirme sola. Me siento como una invitada en una sociedad tan desarrollada que no tengo ninguna vía para contribuir. Estoy fuera.

No quiero estar separada de mi tierra natal, de mis familiares ni de mis amigos. Quiero volver a la China continental a pesar de las dificultades. Ya lo he intentado dos veces, a través de Hong Kong, en la frontera de Shenzhen, pero a pesar de que tenía un pasaporte chino válido, me denegaron la entrada. Desde entonces mi pasaporte caducó y la embajada china en Suecia se niega a emitirme uno nuevo.

Hace un año mi madre murió de cáncer de pulmón. Cuando estaba enferma intenté por todos los medios convencer a la embajada china para que me dejara volver y despedirme de ella, pero no obtuve respuesta. El dolor y el pesar fueron tan grandes que no pueden compararse con nada. Mis dos hermanas pequeñas estudian en Alemania, así que mi padre vive ahora solo en Shanghai. Tiene más de 70 años y le añoro muchísimo. Me gustaría volver para cuidarle.

Sigo en contacto con mis amigos de China. Muchos están sometidos a una estrecha vigilancia de las autoridades. Otros, como Feng Zhenghu y Hu Jia, están bajo arresto domiciliario.

Hago todo lo que puedo para recaudar fondos para los presos políticos y sus familias, que sufren terribles dificultades económicas. Además de eso, lo único que puedo hacer es estar al tanto de lo que les pasa a mis amigos y dar información sobre los presos políticos a las organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía, a los medios de comunicación y a los gobiernos democráticos. Ojalá pudiera estar junto con los activistas de mi propio país y hacer lo mejor. 

Espero que los nuevos líderes de China tomen la iniciativa y cambien, que muestren al mundo una China de la que podamos estar orgullosos. Ojalá que China resuelva los problemas derivados de la represión del 4 de junio (aniversario de la plaza de Tiananmen). Quiero que China deje de impedirnos regresar a casa a las personas como yo y que deje de impedir que otros, como Liu Xiaobo, se marchen. 

Pero no veo que ninguno de los nuevos dictadores esté haciendo estos cambios cuando mis amigos, como Hu Jia, están bajo arresto domiciliario para mantenerlos en silencio antes de la transición en el liderazgo. Y cuando una mujer tan dulce como Liu Xia lleva dos años bajo arresto domiciliario sólo porque su esposo ganó el Premio Nobel de la Paz.