China debe poner fin a la represión después de las autoinmolaciones en Tíbet

Las fuerzas de seguridad chinas deben dejar en libertad de inmediato a toda persona sometida a detención arbitraria en Lhasa desde el 27 de mayo, cuando dos jóvenes tibetanos se prendieron fuego delante del templo Jokhang en protesta por el control de Beijing sobre la región, ha declarado Amnistía Internacional. Activistas tibetanos han contado a Amnistía Internacional que desde que se produjeron las autoinmolaciones, la primera en Lhasa, las autoridades chinas en la ciudad han detenido a gran número de tibetanos que residen fuera de la Región Autónoma del Tíbet (RAT). Muchos permanecen recluidos en el centro de detención de Tsel Gungthang y otros lugares de Lhasa, mientras que otros han sido expulsados de la RAT. Los medios de comunicación internacionales han informado de la detención de hasta 600 personas. Amnistía Internacional no puede comprobar con independencia ni el número ni el carácter de las detenciones, pero pide a las autoridades que acusen formalmente de delitos comunes reconocibles a las personas a las que mantienen recluidas o las pongan en libertad de inmediato.“Las autoridades chinas deben responder públicamente de los preocupantes informes de detenciones masivas tras las protestas del domingo pasado en Lhasa en las que se produjeron autoinmolaciones”, ha manifestado Catherine Baber, directora adjunta del Programa para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional. “Reprimir masivamente a la población de Lhasa no es la solución a los disturbios generalizados que estamos viendo entre la población tibetana.”Desde 2009, al menos 38 tibetanos —entre los que se incluyen muchos monjes y monjas budistas— han protestado, prendiéndose fuego, en distintas provincias chinas. Sólo en los últimos cinco meses se han inmolado 25 personas. Estos actos se consideran protestas contra el control chino del Tíbet y piden la vuelta del Dalai Lama, que lleva exiliado en India desde 1959. El miércoles 30 de mayo una mujer tibetana se prendió fuego en la comarca de Dzamthang (Rangtang) en la Prefectura Autónoma Tibetana y Qiang de Ngaba (Aba) en la provincia de Sichuan. En noviembre de 2011, Amnistía Internacional y Human Rights Watch escribieron a las autoridades chinas para pedirles que abordasen las políticas que han provocado las autoinmolaciones de tibetanos y la rabia profundamente arraigada en la parte de la población tibetana que reside en China. Las organizaciones pedían a las autoridades chinas que llevasen a cabo un análisis exhaustivo de la situación de los derechos humanos en la meseta tibetana y acabasen con las restricciones de política y legales que conculcan los derechos humanos en la región.Amnistía Internacional ha expresado preocupaciones similares en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. “La última serie de autoinmolaciones de tibetanos ha sido provocada por años de políticas represivas que violan derechos fundamentales en la región”, ha señalado Baber. “Hasta que se resuelvan estas cuestiones y las autoridades chinas aflojen el control sobre la cultura tibetana, la triste verdad es que es muy probable que veamos más desesperados actos de protesta como estos.”