Cuba debe adherirse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos

Photo: EPA

El gobierno cubano marcó un precedente histórico en Panamá este fin de semana, en tanto el presidente de la isla, Raúl Castro, se unió a los líderes de la región en la Cumbre de las Américas. Por encima de todas las heridas del pasado y de las tensiones subsecuentes, todos los 35 países se sentaron juntos por primera vez.

Para entender el significado de este momento es importante mirar atrás y hacer un balance de los avances que Cuba y la región en su conjunto han venido haciendo. En 1962, durante un encuentro en Uruguay, la Organización de Estados Americanos (OEA), organizadora de la cumbre de este fin de semana, decidió expulsar a Cuba del club regional después de que Fidel Castro y sus seguidores tomaran las riendas de una revolución para hacerse con el poder.

En medio de las altas tensiones de la guerra fría, la OEA declaró sin rodeos su justificación de una decisión tan drástica: “El actual gobierno de Cuba, que se ha oficialmente denominado como Marxista-Leninista, es incompatible con los principios y objetivos del sistema Interamericano.”

Para entones, las juntas militares se habían diseminado por todo el continente haciendo difícil creer que los derechos humanos, las libertades y la dignidad condujeran a esta decisión regional. En las décadas siguientes, desde Haití, el vecino caribeño de Cuba, pasando por Centroamérica hasta el cono sur, las Américas vieron algunos de sus más horribles gobiernos. Sin embargo durante mucho tiempo solamente Cuba fue señalada como paria.

Más allá de haber sido histórica, la reciente visita de Raúl Castro a Panamá fue una oportunidad no para revolver el pasado sino para preguntarse sobre el futuro del pueblo cubano.

Robin Guittard

Más allá de haber sido histórica, la reciente visita de Raúl Castro a Panamá fue una oportunidad no para revolver el pasado sino para preguntarse sobre el futuro del pueblo cubano.

¿Qué nos deparará el futuro? Esta es quizás la pregunta más frecuente que se hace Ciro Alexis Casanova Pérez desde su prisión en Villa Clara, provincia central de Cuba. Amnistía Internacional recientemente lo señaló como el último de una larga lista de prisioneros de conciencia en la isla, detenido únicamente por el ejercicio pacífico de su legítimo derecho a la libertad de expresión y a la protesta.

Activista de la disidencia, Ciro fue detenido en junio de 2014 mientras se encontraba de camino a casa de su padre para celebrar el Día del padre. El pasado diciembre fue encontrado culpable de “desorden público” y sentenciado a un año de prisión. Su crimen: llevar a cabo una protesta pacífica de un solo hombre contra el gobierno cubano en las calles de su ciudad natal, Placetas. Ahora cuenta los días para ser liberado en junio.

En la Cuba de hoy, continúa siendo virtualmente imposible que alguien exprese pacíficamente sus ideas contra el gobierno cubano. Toda la prensa se encuentra estrictamente controlada por el estado así como los sindicatos. Poniendo a un lado la subsecuente liberación de docenas de prisioneros políticos recientemente este año, los arrestos por periodos breves y el acoso hacia los y las disidentes políticas y activistas de derechos humanos siguen posicionados como problemas tocantes a la realidad de la isla.

El acoso hacia los disidentes a veces toma la forma de actos de repudio. Estos actos son demostraciones públicas coordinadas por el gobierno en frente de las casas de los oponentes políticos. Durante un acto de repudio, a oponentes políticos y activistas de derechos humanos se les somete a abusos verbales y físicos por grupos de personas que blandean eslóganes progubernamentales.

Los líderes de la OEA deben presionar a Cuba para que mejore su récord en materia de derechos humanos. Gobiernos en toda la región necesitan portar el mensaje de que si Cuba está retornando al sistema político de la OEA, esta tiene que adherirse y cumplimentar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

Mediante sus cuerpos –La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos –este sistema regional ha conformado un elemento crucial para complementar la protección que proveen los cuerpos nacionales de protección de los derechos humanos en las Américas. A través de los años, cientos de víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familias gracias a su compromiso han encontrado un último resquicio de justicia en estas cortes regionales después de habérseles negado el acceso a nivel nacional.

Trabajando dentro de este sistema el gobierno de Cuba puede enviar al mundo el mensaje de que ahora da la bienvenida a la rendición de cuentas, la transparencia y el monitoreo independiente. Pero al contrario, el mensaje que Cuba ha estado mandando es uno muy diferente. El mes pasado cuando la Comisión Interamericana celebró una audiencia sobre el expediente de derechos humanos en Cuba, las sillas reservadas a la delegación del gobierno cubano permanecieron vacías, tal y como venía ocurriendo en audiencias anteriores.

Esta notoria ausencia dice mucho de la falta de voluntad permanente de Cuba de encontrarse bajo el mismo grado de escrutinio que sus pares de todo el continente americano.

Para que un país pueda defender su actuación en cuanto a derechos humanos, ella debe ser verificable por el Sistema Interamericano. Una buena forma de empezar a mostrar su buena fe sería que Cuba liberara a Ciro Alexis Casanova Pérez inmediata e incondicionalmente, y que se asegure de que todas las opiniones puedan ser finalmente expresadas en paz dentro de la isla.