Los gobiernos de México y Estados Unidos han deportado a sus países de origen decenas de miles de niños y niñas migrantes no acompañados, sin haber evaluado antes, de manera adecuada, los irreparables daños que pueden sufrir en ellos. Asimismo, las autoridades de ambos países han negado a menores migrantes no acompañados acceso a procedimientos de asilo, expulsándolos en sus respectivas fronteras. En algunos casos, esto ha supuesto la devolución de niños o niñas solicitantes de asilo a situaciones de malos tratos (refoulement). El gobierno de Biden continúa con la política de devolver a México a casi todos los niños y niñas mexicanos no acompañados, mientras el gobierno mexicano ha repatriado a la mayoría de los niños y niñas centroamericanos no acompañados a sus países de origen sin haber evaluado de manera adecuada los daños que podrían sufrir.