El miércoles 8 de enero de 1992, un grupo de mujeres coreanas que habían sobrevivido a la esclavitud sexual del ejército japonés se congregó, junto a personas que las apoyaban, ante la embajada japonesa en Seúl, Corea del Sur, para manifestarse. Tras décadas de silencio, estas mujeres se reunían públicamente para pedir justicia.